Una disgresión, de alguien que pretende dedicarse a escribir. Una especie de collage irregular, con ideas, uno que otro chiste, algún titular de diario, canciones, inquietudes, cualquier cosa que me diga algo, y que le diga algo a los demás.

agosto 11, 2010

Sueño nº 10: Encandilada

Lo que determina el sueño de anoche, creo que es la presencia de abundante luz de sol, luz de verano.

Eso es lindo y agradable, todavía como que me entibia la piel.

Lo demás del sueño son como cosas rutinarias o operativas, previas a otros momentos y como previas, rutinarias y operativas no les asigno mayor trascendencia.

Ya era domingo y partía en el auto sola a Pichidangui, a bucear allá por primera vez. Gran parte del sueño era la ruta a Pichidangui, las aceleradas, señalizar, autos que se cruzan, pequeñas pendientes. A ratos reiterativa la maniobra de pasar los cambios y accionar los pedales. Fome y ligeramente estresante.

Cuando llegaba, la gente del centro de buceo todavía estaba preparando los implementos para el curso. Parece que yo iba a participar en un curso, pero me enteraba en el momento.

Y como había que esperar para entrar al mar, por mientras yo me sumergía (en traje de baño, no con el equipo de buceo) en una psicinita chica y alargada (como las que habían para los niños hace mil años en el Club Médico de Santiago). Una vez dentro alguien que no conozco se acercaba a decirme que como no empezaba todavía la clase, el uso adicional de la piscina tenía un costo adicional de 1000 pesos. Bueno, no me voy a cagar por luca pensaba yo.

Después un poco más allá había un grupo de buzos que sí conozco, y me acercaba a saludarlos.

Estaban en una especie de bar, al otro lado de la barra, me conversaban y me preguntaban sobre mí.

En algún momento de la conversación yo me distraía por que empezaba a pensar de la nada en un amigo de Santiago, en sus ojitos chispeantes y en su boquita linda. Y ellos me seguían preguntando cosas y yo con la mente en la imagen del hombre mencionado, no atinaba a contestar nada, eh, eeeeeeeeeeeeeeeeee ... me quedaba pegada sin alcanzar a articular palabra alguna.

Cuando la situación se estaba haciendo insostenible, es decir cuando ya estaba quedando como estúpida, me disculpaba y les explicaba con sinceridad que me había desconcentrado y que estaba pensando en otra cosa (no especificaba que en verdad en otra persona). Ellos me miraban intrigados, veía sus caras de pregunta, de sorpresa en primer plano, con la expresión y gesticulación multiplicadas por la cercanía de la cámara.

Todo esto sucedía en forma alternada con momentos en los que yo conducía el auto por cerros de pendientes muy empinadas. Y en los espejos del auto se refeljaba el sol, la luz del verano, a ratos de manera tan intensa que me dejaba encandilada.

agosto 10, 2010

Sueño nº 9: ¿espejo o máscara?

Una amiga de una etnia originaria y parte de su familia, se quedaban a alojar durante algunos días en mi casa, con mi familia (en el sueño yo vivía con mis padres y todos mis hermanos, como cuando todavía estudiaba).


Llegaban con un niño que no conozco, de unos 3 o 4 años, muy dulce, con todo el candor propio de esa edad.


Después de la primera noche que dormían en mi hogar, a la mañana siguiente el niñito me contaba llorando que su tía (que era la encargada de cuidarlo pues su mamá estaba ausente) siempre lo mordía en la mejilla, mentón y cuello.


Entonces yo lo miraba con más atención y veía en todo el lado izquierdo de su carita marcas evidentes del ataque. Pero no parecían mordidas humanas superficiales, eran heridas como de tigre o algún otro animal salvaje. Todo el lado izquierdo de su cara estaba herido profundamente con la carne viva a la vista.


Yo le limpiaba las heridas muy cuidadosamente y tratando de minimizar al máximo el dolor mientras ejecutaba las curaciones. Después lo tomaba en brazos con la convicción de que yo me iba a hacer cargo de ese niño y que no iba a dejar que su tía que le hacía tanto daño lo volviera a tocar.


Ni que tampoco el resto de la familia que sabía de las agresiones y no hacía nada al respecto, se volviera a acercar a él.


Estaba clara que esto me iba a traer un montón de grandes problemas pero no me importaba en lo absoluto.


Se iban a producir quiebres definitivos entre las dos familias que tenían un vínculo ancestral y se podían desatar una serie de calamidades que estaban escritas en las leyendas de ellos. Leyendas que yo creía ni por si acaso, pero que ellos repetían y vivían con tal certeza que se podían percibir como reales.


A pesar de todo esto, abrazaba al niño más fuertemente y nos internábamos por un camino solitario rumbo al mar.


Durante el camino yo iba cantando un mantra que me enseñó un profesor de filosofía en el colegio, y se me escapaban un par de lágrimas pero estas no eran ni de tristeza, ni de felicidad, eran como neutras, eran el simple testimonio de que se había producido una conexión.


Al costado derecho del camino, a la distancia una mujer agitaba sus dos manos con vehemencia. En una tenía un espejo y en la otra una máscara. Gritaba en un idioma ininteligible para mí, sin embargo yo sabía que me estaba llamando a mí para que hiciera mi elección.


Mientras me desviaba del camino en dirección a la mujer escuchaba el sonido de las olas (todavía distante) y me preguntaba ¿espejo o máscara?

agosto 09, 2010

Sueño nº8: El discurso del gato

El gerente de Finanzas de la empresa en que trabajo nos reunía a todos y nos informaba que a contar de esta semana estábamos autorizados para retirarnos a las 3 de la tarde los días viernes.


Yo saltaba de felicidad, y pensaba que todos estarían igual de eufóricos y que se formaría un gran bullicio propio de la celebración de semejante noticia. Pero todos se quedaba en silencio como para adentro.


El único requisito para gozar de este beneficio, era que teníamos que sacar tres fotocopias por persona de la autorización que él había firmado, y dejarla sobre el escritorio justo antes de partir.


Me parecía raro el trámite solicitado, no le veía el sentido. Pero me daba igual, lo importante era irse temprano. Entonces corría a la fotocopiadora para hacer mis copias. No se por qué, pero además de hacer mis copias, me ponía a hacer las copias de todos los demás (que son bastantes), y me tomaba un par de horas completar esta tarea. Las hojas salían volando desde la máquina en todas las direcciones, hasta completar un cerrro de fotocopias.


Me llama la atención que todos mis últimos sueños estén marcados por la abundancia, por cantidades grandes (aunque sea de cosas tan estúpidas como una fotocopia).


Bueno a pesar de todo el tiempo que me tomaba hacer las fotocopias, estaba lista para retirarme a las 3 de ese viernes. Y caminaba canturreando hacia mi auto, que estaba estacionado al costado del cerro.


Sobre el techo del auto me estaba esperando Ramiro, mi gato blanco con manchas cobrizas. Que se acercaba a saludarme y a hacerme cariño. Entremedio de los ronroneos empezaba a hablar con una voz entre grave y solemne, pero con un tono cariñoso, dulce como de abuelo, o como de amigo cercano que sabe más de la vida.


Me hablaba principalmente sobre la FELICIDAD, sobre su importancia, y sobre que era una actitud de vida más que un estado. Que debía brotar desde el interior para irradiar cada momento, para contagiar a las demás personas. Independiente de las circunsatncias externas.

agosto 08, 2010

Sueño nº7: Extensión

El sueño de anoche no tiene nada de particular, ni símbolos que intentar descifrar.

Era un sueño agradable, aunque algo bullicioso y viciado por el humo.

Era un extensión de las horas previas.

En el sueño seguíamos con Anja en el Bistro "El amor nunca muere" justamente hablando de amores, desamores, universos paralelos y sugestión, entre otros temas.

Era todo como en la realidad, la misma amistad, confianza y complicidad que se da con pocas personas (al menos en este grado de intensidad tan alto) .

Lo único diferente era el espacio, quizás estaba ampliado por un juego de espejos, que hacían que los mango sour también se multiplicaran sobre la mesa.

Sueño n°6: Gatos grises

No estoy segura pero parece que estaba preparando un bolso para salir de viaje, a una expedición o algo así.

Pero iba a un lugar distante a realizar una actividad como de turismo aventura o deportes.

Esa sensación tenía.

Mientras armaba el bolso aparecían desde su interior un par de gatitos grises, pequeños como de pocos días de vida.

De pronto no eran dos, eran por lo menos 5, 6 o 7.

Todos grises con un hermoso pelaje brillante.

A mí me alegraba ver tanta belleza, juventud e inocencia de esos animalitos, pero me preocupaba saber que yo iba a salir por algunos días, y que se quedarían solos, desvalidos (pues la madre no estaba por ninguna parte).

Era como sentir que había adquirido un compromiso con ellos, por el simple hecho de verlos, por el simple hecho de admirar esa belleza tan profunda que tenían.

Y me quedaba con esa sensación de querer, de querer desde el primer momento toda esa candidez fascinante que contenían.

Esa sensación de que cuando una energía se ha desencadenado, ya no hay nada que la pueda detener. Y que solo es cosa de sentir como todo se va dando

agosto 06, 2010

Sueño nº5: Sí, yo conozco esos ojos.


Estaba en un taco semi infernal en Escuela Militar. Arriba de un colectivo pequeñito repleto de gente, esto duraba un par de horas, el auto no avanzaba nada y yo iba sentada junto a una compañera de trabajo, que en la realidad no trago mucho. Objetivamente no es tan pesada la mina, la conozco poco, re poco, pero una vez me hizo un comentario entre talla y en serio sobre que ella no estaba desesperada por carrete (y claramente el subtexto era que yo sí) y de ahí que me quedó atravesada.


Bueno en el colectivo yo no le hablaba nada, ni la miraba, y ella me indicaba con gestos y mostrándome el reloj, que íbamos a llegar atrasadas, cosa que yo ya había advertido hace rato, pero a esas alturas ya estaba entregada.


Cuando por fin salíamos del taco el colectivo aceleraba al máximo y se internaba en una vía rural que no conozco, llegaba hasta cierto punto, en medio de un paraje verde, amplio y armonioso. Ahí se detenía y todos bajábamos, éramos muchas personas, no comprendo cómo cabíamos todos en ese auto tan chiquitito. Había dos caminos uno bordeaba un cerro por atrás en una semi elipse de tierra húmeda y el otro era una línea recta ascendente demarcada por piedras.


Casi todos tomaban la elipse de tierra y yo seguía por el camino de piedras, iba sola la mayoría del tiempo, hasta que percibía que adelante mío estaba caminando un hombre muy alto vestido de negro, a quién creo conocer, correspondía por el porte, la forma de la espalda y el cuerpo a un proyecto de amigo que tengo, pero como nunca le veía la cara en verdad no estoy segura si era él o no.


El camino terminaba sobre una explanada verde en donde las piedras dibujaban un círculo inmenso y eso a mi me hacía pensar en Stonehenge, claro que estas piedras eran pequeñas y a raz del piso, no era un monumento megalítico como el de Amesbury, pero sí era cómo estar en alguna otra localidad de Inglaterra, no sé bien por qué pero así lo sentía.


A la explanada empezaba a llegar mucha gente pero todos en silencio había algo de ceremonioso en eso. Yo observaba entre la multitud a ver si lograba encontrar al hombre de negro.


De pronto todo el verde que predominaba la imagen (y los demás colores) desaparecían, y el paisaje quedaba en blanco y negro, los movimientos cesaban y todo quedaba estático, y con alto contraste como en una foto de Chema Madoz.


Después de un par de segundos de negro, yo estaba en una habitación (nuevamente en colores) con un portafotos en la mano, observando una foto en blanco y negro, que retrataba la imagen de las personas en torno al círculo de piedra de la explanada, desde dónde yo procedía.


Estaba al otro lado.


La habitación tenía muebles de madera modernos pero sencillos, algunas repisas y un gran ventanal por donde entraba abundante luz natural.


Salía de la habitación y buscaba por toda la casa si había más gente, para saber en dónde estaba, si conocía a alguien o qué hacía ahí. Estaba un poco desorientada.


Sabía que iba a llegar alguien a verme pero no sabía bien quién era. Entonces decidía ducharme, aunque experimentaba cierto pudor de usar un baño que no era mío sin permiso, no sé ... sacar shampoo, usar toallas que no eran mías, sin avisarle a nadie. Me incomodaba apropiarme de un espacio, de una energía que no eran míos. Me sentía en cierta forma intrusa, hasta ladrona. Pero lo hacía de todas maneras.


Y estando bajo el chorro de agua copioso, que iba desplazando de mi piel la tibia espuma que la cubría, me daba cuenta que el habitante de esa casa, y la persona que yo creía me iba a visitar, eran la misma. Era el hombre alto vestido de negro a quién no le había visto la cara.


Entonces me venía un micro recuerdo del camino escendente de piedras. Un momento inframince en que el hombre que caminaba adelante se daba vuelta por una fracción de segundos y me miraba fijamente a los ojos, como preguntándome algo. Sí, yo conozco esos ojos.

agosto 05, 2010

Sueño nº 4: Clarísimo

No tengo la menor idea de qué soñé anoche.

Será que estaba muy cansada ... sólo sentía cada músculo y cada hueso antes de entrar en la oscuridad profunda con la mente en blanco.

No recuerdo nada.

Ningún vestigio me quedó.

No sé qué soñé.

Pero tengo clarísimo que soñé contigo.

agosto 04, 2010

Sueño Nº3: Black or Blue

Del sueño principal de anoche no me quedó ningún símbolo, figura o representación perceptible por los ojos, sólo un sonido.

Es extraño, no me había pasado antes recordar la música de un sueño, sobre un fondo negro, sobre una carencia de imagen.

Estaba todo oscuro y sonaba una versión eterna de la canción "Black Or Blue" de Suede, tal como aparece en el disco Dogman Star de 1994, pero repetida una infinidad de veces.

Antes de este sueño no le había prestado mayor atención a la letra de "Black Or Blue", más bien me gustaba la música ... ese pianito y un par de cuerdas suaves, dulces y algo tristes que me evocaban una suerte de acto de magia o hechicería pero hecho sin fe. Eso, más la voz de Brett variando entre tonos muy agudos, hasta femeninos, alternados con unos graves densos que estremecen, que tienen algo de milenarios.

Ahora llegué a buscar la letra de la canción y si bien es un tanto críptica me parece linda, como que llama a la introspección. Y al final este ejercico de rescatar los sueños es un poco eso también, es detenerse un momento y buscar hacia adentro un recuerdo hermoso, aproximarse a develar un secreto que conocemos pero que se nos escapa, o hasta invocar un acontecimiento futuro trascendente.

Pego acá la letra de Black or Blue:

There was a girl who flew the world from a lonely shore

Through southern snow to Heathrow to understand the law

There was a boy who loved the noise of the underground

He left the coast and overdosed on that London sound

He said,"I don't care if you're black or blue,

me and the stars stay up for you

I don't care who's wrong or right

and I don't care for the U.K. tonight so stay, stay"

And then one day she moved away from those garden walls

She left some flowers, he smoked for hours

She understood the law

I don't care if you're black or blue

Me and the stars stay up for you

I don't care who's wrong or right

And I don't care for the U.K. tonight

So stay, stay, stay, stay..........

.......there was a girl who flew the world

A propósito de entender la ley, descifrar los símbolos y develar los secretos, acabo de recordar que aparte de este sueño principal, tuve otro, muy breve en el que estaba a la salida del trabajo con una amiga menor que yo, y llegaba una amiga mayor a contarme algo muy importante, pero se iba por las ramas y se daba un montón de vueltas, por que quería esperar a que se fuera mi amiga menor, para decirme eso que podía revelarme sólo a mi. E intentaba transmitirmelo a través de sus gestos y miradas, pero no había caso yo no lograba entenderla, y eso me impacientaba un montón.

agosto 03, 2010

Sueño nº 2: Cierta embriaguez parecida al amor

Parece que estaba afuera del Teatro de la Universidad Católica esperando a alguien, no íbamos a a entrar. Era sólo el punto de encuentro, la referencia en la plaza ñuñoa. La persona, que parece que era un hombre no llegaba y por mientras yo veía el gua danzando en las piletas de la plaza, me entretenía el sonido del agua. Si bien era algo monótono, me resultaba musical. Cada tanto había una nota discordante que me sacaba sonrisas.
Después de esperar mucho tiempo, comprendía que estaba sola, que la persona a quién esperaba no llegaba. Pero eso no me molestaba, me sentía cómoda y hasta experimentaba cierto alivio.
Liviana, así me sentía. Con esa sensación atravesaba Irarrázaval para llegar al otro sector de la plaza y entrar a Las Lanzas. Las Lanzas estaba repleto de gente, bullicioso, animado. Las personas se amontonaban en las mesas y pedían sangrías y tapas, exclusivamente sangrías y tapas. A mí se me cruzaba un recuerdo del Minotauro en Granada, a la vuelta de mi hotel, donde por un Euro te servían un vaso de Sangría acompañado de una tapa de la casa. Me tomé varios esa vez, pensando en la poesía de García Lorca y en la belleza de la Alhambra.
Pero ahora, en Santiago no tenía ganas de tomar nada, ni de involucrarme mucho con nadie, observaba desde afuera, como en una película, ajena, lejana.
Un grupo discutía con el garzón sobre la calidad del servicio o algo así. A mi me parecía de lo más latera esa situación y ya me estaba empezando a dar sueño, pero empezó a sonar una salsa de Roberto Roena (y su apollo sound) que me encanta.
Entonces me levanté y dejé que mi cuerpo se sacudiera bastante torpemente al ritmo de la música. Mis movimientos eran bruscos, pero estaban matizados por espasmos de risa, y eso me provocaba cierta embriaguez parecida al amor.
Mientras bailaba despreocupada del resto del mundo me preguntaba por qué las salsas que con su música tiñen todo de un colorido festivo, tienen unas letras que son como para acuchillarse ... "Como te hago entender este sabor amargo sabor de derrota que crece en mi boca cuando tu no estas" y ese tipo de cosas que te hacen reír si te pillan en un buen día, pero que en uno malo pueden resultar catastróficas.
La música y las letras de las salsas son totalmente contradictorias, y como todas las contradicciones de esta vida, me inquietan, me perturban pero me seducen por completo.
Este último pensamiento es el que inundaba mi mente, mientras aceleraba a fondo el aéreo de regreso a mi casa. Mientras más aceleraba todo se volvía más extraño, como la música del azar, pero sin ese final tan trágico.
Seguía riendo con el pie pegado en el acelerador, subiendo por una calle que ahora no recuerdo el nombre, pero que me resultaba demasiado familiar. Una avenida ancha, cubierta de árboles viejos a ambos costados, que en un cruce, en una esquina tiene una araña de metal descomunal.

agosto 02, 2010

Un sueño diario. Sueño nº1: BENEDETTI

He tenido abandonado este espacio durante mucho tiempo, hasta he llegado a pensar que debiera suspender for ever, pero me da pena, le tengo cariño.

Le he dado un par de vueltas y he decidido que mientras me dan ganas de escribir en serio, de compartir mis vivencias, voy a actualizar haciendo un ejercicio que antiguamente hacía con libreta y lápiz: intentar capturar mis sueños, anotando apenas despierte todo lo que más me quede.

Así que ahora cuando pasen tendrán por acá un sueño diario. Si es que sigue pasando todavía gente, y bueno si no ... será como una botella con mensaje arrojada al mar (lugar e imagen que tanto amo)

El lenguaje de los sueños siempre me ha inquietado y seducido, así que intentaré escribir con el mayor detalle posible y fielmente, aunque a veces eso se complique por mala memoria, confusión o bloqueos varios. Además quizás la narración del sueño no siempre será tan pura, por que vendrá de la mano con asociaciones, pedacitos de canción, recuerdos e imágenes que a su vez desencadena el sueño mismo.

Quizás todo resplandece se vuelva más hermético, hasta perturbador, ¿o a ratos fome?, por que no siempre los sueños se guardan con vividez, o no siempre son tan intensso, pero qué hacerle, lo voy a intentar y ya se me metió la idea en la cabeza.

Acá va el primer sueño.

BENDETTI

Suena de fondo la música dulce y tibia de Salif, ahora que lo acabo de descubrir a través de la letra de una canción de Tomás González. Sobre eso, ruido de motores a lo lejos, y encima una voz en off que no sé de dónde proviene recita versos de Benedetti que me aburren un poco.

La voz es de hombre y viene cargada de la humedad de la niebla, proviene de una niebla densa que de a poco inunda toda la habitación. No, no es la habitación, son los discos de Salif en la cocina, y tu cara dibujada en la pared.

Observo un monitor que está sobre la mesa, al lado de un café frío y de un pedazo de pan añejo.
La pantalla muestra imágenes relativas a lo que dice la voz en off (a los versos de Benedetti). Las imágenes no son textuales, ni calcadas de las palabras. Son, evocan otras cosas, pero están muy ligadas a esa voz lenta que me adormece. ¿Ya dije que me aburre?
Las imágenes no las puedo percibir completas, hay un sector del monitor, que está cubierto de un cuadro negro, que oculta las imágenes atrás. El cuadro negro ocupa una gran porción del monitor, por lo menos un 70%, solo percibo lo que se escapa por las orillas. Algo se escapa, hay una pequeña fuga.
Las imágenes parece que son de mar, el agua a ratos es clara y a ratos está turbia.
La voz de niebla se va incrementando, las palabras de Benedetti suenan arrastradas. Pienso en Benedetti y en mi adolescencia. Ahora me veo adentro del monitor leyendo La Tregua de un solo tirón en una madrugada de invierno, y llorando hasta quedar sin lágrimas.
Desde el monitor me sonríe una amiga de esa época, quién ahora ha desubierto que la danza árabe es su gran pasión, así como yo he descubierto cuánto amo el buceo, y el camino salado que eso constituye. El camino salado que debo seguir. La sal del mar es como mi camino amarillo. Soy una Dorothy a quién al voz de Benedetti la aburre una enormidad.
¿Por qué me aburre si antes me gustaba tanto?
El monitor (más bien las orillas que no están cubiertas por el cuadrado negro) dejan fugarse parte de una imagen, en la que estoy viendo el mar, y recitando justo en el último segundo del atardecer COMO SI FUÉRAMOS INMORTALES. Eso no me aburre, me llena de fuerza.