Una disgresión, de alguien que pretende dedicarse a escribir. Una especie de collage irregular, con ideas, uno que otro chiste, algún titular de diario, canciones, inquietudes, cualquier cosa que me diga algo, y que le diga algo a los demás.

febrero 24, 2011

Con toda la nostalgia posible

Es raro pero lindo cuando alguien de tu cotidianidad adquiere un fulgor diferente e ingresa a tu inconciente, a tu imaginario, a tus sueños.

A ratos el fulgor disminuye y a ratos se intensifica, pero está ahí.

Esta mañana estabas ahí ... ibamos en un bus o en algún otro transporte público de techo descubierto.

El viento nos despeinaba y tu sonreías sin motivo alguno, por el simple placer de hacerlo.

La luz se estaba apagando lentamente, era el atardecer de otro domingo de otoño a punto de terminar.

Recorríamos Santiago, pero de alguna manera tenía el sentimiento vago de que estábamos en alguna otra parte.

La luz dorada del atardecer entibiaba lentamente nuestra piel, y nuestras sonrisas.

Yo te hablaba de ir al cine, y tu reías mirándome fijo a los ojos, pero no contestabas nada.

Nunca un sí, nunca un no.

En silencio me mirabas y sonreías.

Llegábamos a una esquina ... no a un nudo, donde confluían varias avenidas, y ahí descendíamos corriendo, y de la misma manera, a toda velocidad entrábamos a una plaza amplia rodeada de pórticos de estilo medieval.

La plaza estaba vacía, salvo las esculturas ecuestres, nadie nos acompañaba.

Al interior de la plaza cesaban todos los ruidos de la ciudad y nos sumíamos en un silencio casi absoluto, desconcertante, que sólo era interrumpido por el sonido de tu risa amplificándose.

Con el índice yo te hacía un gesto, para que te quedaras calladito. Y cuando asentías y te quedabas mirándome con cara de pregunta yo te cantaba con toda la nostalgia posible (para nuestra incipiente amistad) un pedacito de una canción de Páez. "Y hoy que los huesos crujen por las humedades, tu sonrisa inolvidable me hizo tanto, tanto bien".

Mi canto era interrumpido por el metálico sonido de tu teléfono celular, y yo me quedaba inmóvil, totalmente atenta, esperando saber si tu atenderías o no esa llamada

En ese momento eterno me sentí peligrosamente vulnerable. Y una voz desconocida que nacía desde mi centro, me decía en susurros "sabes muy bien que te estás entregando"...

febrero 14, 2011

Te apareciste en mi sueño de la mañana

Contigo también he soñado dos veces.
Te apareciste en mi sueño de la mañana, después de que sonó la alarma y antes de que me levantara para ir a trabajar.

En mi sueño yo te iba a visitar a Valparaíso, pero el Valparaíso de mi sueño era un Valparaíso de cerros mucho más desérticos. Era un día de sol radiante, de una claridad/luminosidad que a ratos hasta enceguecía.

Para llegar a tu hogar yo debía sortear muchos obstáculos, el cerro de tu casa era de una cuesta muy empinada y sin camino y cubierto por un pasto medio seco que me hacía resbalar más de una vez. Y tenía un poco el temor de que el sol excesivo fuera a encender el pasto seco y yo me quedara ahí atrapada en medio del incendio, sin antes alcanzar a saludarte jajajjaja tan dramática ... (esto de criarse con teleseries y cine es malo a la larga)

Cuando finalmente llegaba a verte tu eras muy, muy cariñoso y de abrazos sinceros y cálidos (como lo eres también afuera de los sueños) pero estabas rodeado de toda tu gente, de familión, amigos por montón, pololas varias, etc. Y yo me sentía un poco extraña en medio de todos ellos, ajena, quizás incómoda pero a pesar de todo eso muy alegre de verte

Es segunda vez que sueño contigo, el sueño anterior fue una vez que dormí en el hostal los girasoles de Valpo, y también aparecías rodeado de una multitud de gente, pero era distinto, quizás en algún momento te lo cuente

febrero 03, 2011

He soñado dos veces contigo

He soñado dos veces contigo

El primero de mis sueños era prácticamente una imagen fija, casi carente de movimiento, salvo por las direcciones de las miradas.

Mis dedos ligeramente crispados y abiertos estaban sobre tu cara y tú sostenías mi mano con la tuya.

Mi vista se alternaba entre tu rostro y nuestras manos repetidas veces. Cuando mantenía la mirada en nuestras manos enlazadas y tibias después de algunos segundos la imagen se metamorfoseaba, las manos empezaban a licuarse y mezclarse en un algo irreconocible, quizás inorgánico y lentamente fundía a negro.

Entonces enfocaba mi mirada en tu rostro, en tus ojos o más bien en tu mirada tan dulce y a la vez tan siniestra.

A ratos tu mirada era sonriente y a ratos neutra, silenciosa.

Tus ojos estaban próximos a los míos, pero no tanto, nos separaba la distancia de mi brazo extendido (el codo no estaba flectado ni siquiera un poquitito), que terminaba en mis dedos sobre la piel de tu cara, sostenida por tu mano, y de nuevo las manos se mezclaban y fundían a negro.

Ninguno de los dos decía nada, y ese silencio era inquietante pero placentero.

El segundo sueño era mucho más acelerado y nervioso.

Estábamos en Vespucio a la altura de Escuela Militar en la parte que se divide la pista de locomoción colectiva de la de los autos particulares por una reja alta y negra.

Y dónde está prohibido el cruce de peatones, no hay un cruce habilitado en un tramo bastante extenso.

Entre risas y miradas coquetas me incitabas a que cruzáramos a la mala, improvisando, saltando la reja o pasando por debajo de ella.

Yo estúpidamente, también entre risas, asentía y te seguía en todo.

El resto era mucha proximidad física, elongaciones, forcejeos y roces de los cuerpos en la absurda tarea de sortear la reja a toda costa.

Estábamos demasiado cerca y me decías cosas al oído, los susurros eran apenas perceptibles y no recuerdo específicamente que me decías, pero nos reíamos como locos.

febrero 02, 2011

¿Quizás sea un presagio positivo?

Me fui a dormir con una sensación extraña que oscilaba entre la tristeza, la molestia y una pizca de euforia.

Me levanté pensando que quizás ya había muerto y me fui a duchar. Desde el baño sentí un aleteo y sonidos de paloma y pensé chuta ahora sí que está en las últimas.

Bajé al patio y con asombro vi revoloteando cerca de mí a la paloma blanca, que regresó a acompañar a la negra que sigue ahí inmóvil pero viva.

Pucha ya me tenía que venir a la pega, así que las dejé ahí, sin saber qué hacer.

Suena estrafalario todo, si a mí me lo contaran pensaría cu cú, cu cú, pero es muy cierto y me anduve asustando un poco.

Pero ahora ando extrañamente alegre, con una alegría chispeante que no sé bien de dónde me viene

¿Quizás sea un presagio positivo?

Brisa de ojos ciegos

Estaba un poco paralizada y con una sensación extraña parecida al temor con todo lo ocurrido con las palomas. Toda la situación me parecía rarísima pero linda.

Lo que no había resuleto era qué hacer con la paloma negra muerta.

Pensaba que lo más prudente era enterrarla, pero me daba nervios verla una vez más con sus ojos abiertos, y de alguna forma estaba intentando huir de la necesidad de enfrentar ese momento.

Tengo a pesar de mis 32 años, esa actitud adolescente de huir en forma permanente de todo lo que me importa.

Ya llevaba por lo menos un día desde que la descubrí inmóvil en el rincón, pero estaba intentando no hacer nada al respecto, y dejar pasar el tiempo quizás para hacerme la loca, o para desentenderme y esperar a que la Jackie (mi nana) la recogiera, botara o enterrara.

Le comenté a un cercano esta vivencia y lo primero que me preguntó (tal como yo lo esperaba) era qué había hecho con la paloma muerta. Le contesté la verdad, que nada, y me aconsejó enterrarla mirando con el pico hacia el cielo, rodeada con un poco de tabaco y que le dijiera algunas palabras bonitas.

Entonces decidí hacerlo y escogí unas palabras de Juan José Vélez Otero mezcladas con las mías. Pesaba decirle esto a la palomita mientras la enterraba:

"Llegaste y no hiciste ruido. No sé que brisa de ojos ciegos te coló por debajo de mi puerta: desnuda, tibia, expuesta, desvalida, dulce. Que la luna y sus rayos te acompañen mientras la tierra te acoge".

Con esas palabras pensaba agraecerle a la paloma el mensaje que me había traído.

Por que siento que tanto la paloma blanca llena de vida como la paloma negra moribunda, eran las portadoras de un mensaje del universo y de la vida para mí.

Estuve pensando insistentemente en ese mensaje antes de llegar a casa, más bien sintiendo que pensando. Sintiendo que no debo ser tan compulsiva con mis emociones y que debo dejar atrás mis actitudes obsesivas que resultan incluso esclavizantes (en cuanto a relaciones humanas y formas de establecer vínculos, pero extrapolable a todo lo demás)

Lo ocurrido el sábado lo leía en estos términos: la palomita blanca era esa renovación liberadora y la negra los hábitos nocivos de los que debo desprenderme.

Todo esto me daba vueltas mientras pedaleaba en spinning y no podía dejar de visualizar a la paloma negra.

Después de mi entrenamiento, llegué a la casa, cavé el hoyito en la tierra y cuando me iba a acercar a tomar la palomita muerta, esta se movió, no estaba muerta en verdad, está estática y enferma, próxima a su muerte pero aún viva.

Me acerqué un par de veces más para estar segura, y en ambas ocasiones se movió.

No está muerta, pero tampoco viva del todo, está en el trance, y me pilló desprevenida este nuevo escenario. No puedo enterrarla viva, pero también es triste saber que está ahí agonizando y que no hay nada que yo pueda hacer por ella.

Me acerqué a hablarle, le agradecí el mensaje, y le dije que si era su hora de partir lo hiciera tranquila, le canté un poco, y le di repetidas veces las gracias.

Le dije que no era necesario que se aferrara a su cuerpo pasajero por que independiente de él, su energía iba a seguir fluyendo por siempre.

Le dije eso por que eso sentí que debía decirle, pero me quedé con una sensación nueva, desconocida como de una tristeza grande, una inquietud molesta que en cualquier momento podría transofrmarse en algo diferente, quizás incluso en euforia.

Todo se ha enrarecido todavía más y no sé cómo proceder