Una disgresión, de alguien que pretende dedicarse a escribir. Una especie de collage irregular, con ideas, uno que otro chiste, algún titular de diario, canciones, inquietudes, cualquier cosa que me diga algo, y que le diga algo a los demás.

septiembre 28, 2009

Pedaleo Azaroso


El riesgo está en eso, en que se puede partir de cualquier cosa pero después hay que llegar, no se sabe bien a qué pero llegar.

Desperté con la idea dija de salir pedalear un rato, a dónde el AZAR (o lo que tratamos de decir cuando usamos esa palabra de connotaciones secretas e infinitas) me llevara. Hace ya varios días estaba con ganas de subir mi San Cristóbal en bici una vez más, pero la noche anterior, media somnolienta, media aburrida (en un cumpleaños cualquiera) lo había descartado principalmente por la lluvia (y la idea de ser la única descriteriada pedaleando sola en medio del frío y la humedad).

No hay discurso del método, hermano, todos los mapas mienten salvo el del corazón, pero dónde está el norte en este corazón vuelto a los rumbos de la vida, dónde el oeste, dónde el sur.

El único día de la semana en que no es necesaria ninguna alarma, y mis ojos abiertos indistintamente a las 7:15 de la mañana. Mis ojos abiertos para ver un sol radiante. La idea del cerro vuelve entonces con mucha más fuerza, pero en lo que me demoro en tostarme un pita integral y tomarme un cortado ya está nuevamente nublado. ¿O lo estuvo siempre?, ¿Caen unas pequeñas gotitas?

Porque el dónde está aquí y el sur es esto, el mapa con las rutas en ese temblor de náusea que te sube hasta la garganta, mapa del corazón tan pocas veces escuchado, punto de partida que es llegada.

Corazoncito indeciso, al cerro ya no puedo ir, pero puedo salir a pedalear por acá cerca, a perderme en La Reina, por mis calles de la infancia, a buscar (me) en esos rincones conocidos que ahora están tan diferentes (y sin embargo tan intactos), en una suerte de arqueología personal azarosa. El casco rojo y lanzarse a la vida, a dónde estos músculos un poco contracturados (por que al final soy una porfiada y nos dejo descansar ni un día) me lleven. A olvidarme un poco de todo, a escuchar a Javier Barría un vez más, a llenar mis ojos de casas, de plantas, de señoras regando, de otros pedaleando, de gotitas incipientes, de parejas silenciosas, de perritos huachos, qué se yo de todo lo que encuentre en el camino y me excentre para finalmente volver al centro un poco más lúcida (como pasa un poco con el amor y los viajes)

Y en la vigilia está también el sur del corazón, agobiado de teléfonos y primeras planas, encharcado en lo cotidiano.

Con cada impulso de los pedales suena más dulce la voz de Javier que suavecito me dice al oído "De alguna forma la cura está en las autopistas" ... "de qué forma este espejo ya no es espejo."

Juego de espejos y vuelven entonces fragmentos de algo de Cortázar (sí, una vez más tan revelador como siempre) que leí hace poco. Cortázar amplificando la realidad con palabras, haciendo crecer esta emoción indescriptible, para tornarla más bonita, más intensa, más envolvente.

Entonces, mira, a veces una muchacha parte en bicicleta, la ves de espaldas alejándose por un camino (la gran Vía, King`s road, la Avenue de Wagram, un sendero entre álamos un paso entre colinas?), hermosa y joven la vez de espaldas yéndose, más pequeña ya, resbalando en la tercera dimensión y yéndose.

Una mañana sola, en medio del frío y la humedad, subiendo por Príncipe de Gales o Simón Bolívar para estar repentinamente en Las Perdices, alejándome de esos niños disfrazados de militares que custodian la Academia de Guerra.

Las calles son mucho más anchas y hay menos árboles, me desoriento un poco, sigo preguntándole a la primavera por qué se resiste a llegar. Siento que todo es tan simple, que la felicidad está en esta mañana helada, en el roce del viento con mi piel, en ese niño que me sonríe desde los brazos de su nana, en la primavera que se resiste (sí lo reitero, pero es que me molesta esa resistencia) y en ese cerezo en flor que contradice su profía.



Y ya estoy en María Monvel, en una subida muy empinada, y escucho unas risas infantiles que suenan a lo lejos, risas que suenan como las mías y las de la Anja cuando jugábamos en estas calles hace veintitantos años atrás, cuando salíamos a venderle nueces o dibujos a los vecinos.

Y te preguntas si llegará, si salió para llegar, si salió por que quería llegar, y tienes miedo como siempre hs tenido miedo por ti mismo, la ves irse tan frágil y blanca en un bicicleta de humo, te gustaría estar con ella, alcanzarla en algún recodo y apoyar una mano en el manubrio y decir que también tú has salido, que también tú quieres llegar al sur.

Y me invade algo así como una felicidad gigante que no sé de a dónde me brota, es tan difícil comprender (se), tomar y dar vuelta ese bicho humano que somos, para analizarnos, para ver si nos entendemos un poco, aunque sea un poquitito, por un instante. "En la cosa simple de entenderse hay tantas cosas que no entiendo" canta El macha en Y Si No Fuera, mi canción fetiche de Chico Trujillo.

Y todo es tan perfecto en esta mañana, hay tantas equivalencias, que podría pasarme horas eternas haciendo asociaciones, y citando música y literatura, enganchando cada pedacito de lo que viven y perciben otros, con pedacitos de lo que vivo y percibo yo. Y persistir en ese intento de descifrar los códigos mágicos de la vida que hoy se me insinúan camuflados atrás de ese auto en movimiento, en esas hormigas que trepan por una corteza desarmada, en ese cemento frío que soporta mis ruedas.

Cosas que acaso sabe la muchacha perdiéndose a lo lejos, ya inasible silueta en el crepúsculo, y quisieras estar y preguntarle, estar con ella, estar seguro de que sabe, pero cómo alcanzarla cuando el horizonte es un sola línea roja ante la noche, cundo en cada encrucijada hay múltiples opciones engañosas y ni siquiera una esfinge para hacerle preguntas rituales.

Voy bajando por unas callecitas que ya no conozco más, y de repente estoy en la calle Escritor Manuel Rojas, o incluso en la calle Axel Munthe. Y todo tiene su correspondencia, el juego de espejos se sigue multiplicando hacia el infinito, soy parte de lo que los críticos y expertos literarios definen como una construcción en abismo. Y me creo la muerte, por que esta mañana soy yo, pero también soy la chica de la bici de "Después hay que llegar", de Cortázar. Cortázar aparece detrás de ese cerezo en flor y me guiña un ojo, después vuelve a desaparecer, y yo sigo pedaleando hasta volver a casa.

* Los textos en cursiva y de otro color, son parte de "Después hay que llegar", texto que Julio Cortázar escribió para una carpeta de Litografías de Oscar Mara en 1977.

septiembre 21, 2009

El beso infinito del mar

Venía durmiendo en el bus de regreso de Valparaíso, soñaba que estaba buceando al fondo del mar, donde unos cerezos gigantes se mecían suavemente con la corriente, y se desprendían miles de pétalos enanitos de diferentes colores que se mezclaban con el azul del mar, y podía apreciar todo con mucha nitidez, pues esa mañana había buena visibilidad. Una estrella de mar me saludaba y se ponía a bailar con mucha gracia al ritmo de un sonido, de un bip un tanto monótono que emergía desde la arena, como las emociones por los poros de la piel, emociones y arenas dibujadas por el agua y su dulce movimiento incesante.

Desperté con la alarma del bus, el chofer había excedido los 100 km por hora, y el bip se reiteró un par de veces. Después bajó la velocidad y todo volvió a la normalidad.

Me puse los audífonos y le subí el volumen a Brett y su "Infinite Kiss", me gustan esas palabras arrastradas, ese contraste de melodía y voz graves, con momentos agudos, vulnerables. Me gusta la idea del beso infinito, lo asocio con el mar, con la bajada, con disfrutar del silencio con la propia respiración como único telón de fondo. Y todo es burbujas y silencio y peces, y algas que se mecen, y algunas jaivas pícaras como mirando desconfiadas, corriendo hacia otro lado.

El beso infinito del mar, una caricia incomparable. Si leemos a la rápida puede sonar suicida, pero no es en absoluto lo que pretendo plantear. Descender a las profundidades del mar es una experiencia liberadora que permite desatarse por un momento de los límites de la realidad, de lo que entendemos como normal, cotidiano. Es algo tan extraño, pero tan mágico, y a la vez lo sentí tan natural, como que el agua siempre hubiera sido mi elemento.

Sentirse así aunque sea por un ratito. Sentir que tu cuerpo no es más ese espacio que te limita, sentir que se funde con el agua y con la mano que te guía, que te da confianza y que te dice "acá hay otro ser humano experimentando eso mismo que es tan maravillosos pero tan difícil de describir al menos de manera racional".

Por eso me parecen tan apropiadas las palabras de "Infinite Kiss" para intentar aproximarme a compartir la experiencia que involucra el buceo. Aunque la canción habla en verdad de algo tan diferente. Esa es la gracia de la música (y de toda forma de arte): hay tantas lecturas e interpretaciones como receptores, y todas esas versiones se mezclan y formamos parte de un collage infinito.

Por eso siento tan propio el beso infinito del mar, esa experiencia de desatarse, vivir por un momento siendo poesía hecha carne, habitar aunque sea por un micromomento ese universo de felicidad.

Ya no me dormí más, a pesar de que mi cuerpo estaba bastante cansado, mi alma estaba renovada y entré a Santiago saboreando todavía el beso infinito, el sabor de la sal. Y aunque ese sábado 19 de septiembre había poca visibilidad, y no habían cerezos bajo el agua del muelle Barón (aunque sí algunas estrellas, y las jaivas, y muchas algas danzantes) descender fue único y lo recordaré por siempre.

Si tenía hace tiempo la idea de hacer el curso de buceo, pero estaba media indecisa, ahora estoy ABSOLUTAMENTE CONVENCIDA, así que durante noviembre y diciembre les estaré contando de esa vivencia.

Por ahora reapareceré cualquier día de estos, con mis historias urbanas, pero ahora con una nueva perspectiva, o mejor dicho con un contrapunto. Me basta cerrar los ojos para sentir de nuevo el agua por todas partes, cubriéndome con esa sinfonía de libertad.

septiembre 10, 2009

Entrada light

Quería escribir algo + consistente sobre mis rutinas y la falsa estabilidad que me otorgan, pero eso lo voy a dejar para otro día. Ahora algo livianito sobre las palabras.

Ando sumamente sensible a las palabras, y eso me juega encontra. Acá 2 ejemplos:

  • Uno de mis jefes (claro por que como la mayoría de los chilenos trabajo en una empresa en donde por cada subalterno hay por lo menos 3 jefes) ya se dio cuenta de mi hipersensibilidad por las palabras, y de que me molesta en extremo que me llame y me diga "asómate por acá", ... asómate como que yo fuera un muppet, dios mío !!! No es de pará en la hilacha, pero vez que esto sucede le pregunto ¿PERDÓN?, entonces se ríe y me dice "Nada, que si puedes venir un momento a mi oficina por favor". Y como ya se dio cuenta, me da la impresión que lo hace a propósito para reírse un rato y eso me irrita de sobre manera.
  • Este otro ejemplo si que es terrible: Ayer el mino más mino del planeta (me gusta hace como un año y aunque entremedio me han gustado otros tipos e incluso tuve un par de intentos frustrados con dos de ellos, nunca pero NUNCA he dejado de pensar en él) me dijo "Gánate aquí". Casi me muero en ese instante. "Gánate", ¿broma? ... NO ya se lo había escuchado una vez antes, pero un extraño mecanismo de autodefensa me había hecho la loca y había borrardo semejante expresión de mi mente. "Gánate", se me acabó todo el amor, y los corazones que se me salen por todos lados cada vez que le hablo, se desintegraron por completo. Por si no lo sabes querido mío GANAR es una palabra para indicar (según el diccionario) lo siguiente: Obtener un beneficio / Recibir un jornal o sueldo por un trabajo habitual / Vencer en un pleito, batalla, concurso, etc. /Lograr algo.

Iba a seguir, pero ... ¡qué miedo!, en letras chiquititas en el diccionario agregan que en América se utiliza para "tomar una dirección determinada", que es como parecido a posicionarse, ubicarse, o "ganarse" como indicó el bello aquel, en ya dos ocasiones. Estoy confundida. ¿Es correcto usar esa palabra así, sí o no? Como sea, escucho una vez un "Gánate aquí" y se me acaba definitivamente el enamoramiento, DEFINITIVO. Ja, jajajajaj

Si lo sé, muy light la entrada, es que no tengo demasiadas ganas de pensar y estoy como poseída por una mezcla entre la Aldunate (de Treintaiuno) y la Feña (del adolescente blog de la Feña).

Pa más cagarla (las palabras que uso, y tengo la patudez de cir que soy sensible a ellas) ando full ansiosa, menos mal que solo tenía un paquete de galletas de salvado a mano (que a todo esto ya está prácticamente liquidado).

Piensa, Roxi, piensa ...

septiembre 07, 2009

Un cerezo

Anoche tuve un sueño que era un delirio clasista, que me da un poco de vergüenza compartir, pero bueno acá voy:

Me iba a vivir a un barrio periférico de Santiago a una casita enana, fea, media desarmada, (rodeada de puras, millones casitas ídem, en un espacio muy reducido) y eso me provocaba una angustia enorme.

Mientras recorría el lugar sonaba de fondo un pedazo de la canción Vaparaíso "Porque no nací pobre y siempre tuve un miedo inconcebible a la pobreza" SOL / DO / MI.

Primero rodeaba la casa por fuera, completa mirando con sorpresa y desagrado. Luego entraba y la recorría con una mirada muy displicente, me cargaba todo, no me convencía de que iba a vivir ahí.

Derrepente entraba al baño que era desproporcionadamente grande (en relación a las dimensiones de la mini casa), y las paredes estaban todas pintadas de un cyan intenso, color que me calmaba bastante.

Al centro de esta habitación había un espejo grande, que reflejaba un cerezo primaveral, cargado de montones de pétalos rosaditos casi blancos.

Una imagen muy alegre, muy energizante.

Este era el reflejo del árbol que había fuera de la casa y que yo no había visto al rodearla. La copa del árbol repleta de flores, apenas cabía en el espejo. Éste tenía un marco de madera blanco, como una moldura sencilla pero gruesa con las esquinas en 45º, que definía perfectamente los límites de la imagen. Alredor las paredes cyan y encima unas persinas de madera blanca, antiguas, abiertas de par en par como una ventana.

Después desperté e inicié el día cantando "Mi Corazón, Su Casa", muy alegre con unas gotitas de lluvia juguetonas sobre mi pelo y mi cara. Y cerezos por todos lados, ya están floreciendo aunque oficialmente no empieza la primavera, ya están floreciendo.