Yo y mi autopista
Día 24 de junio, no tan temprano por la mañana, voy atrasada pero con posibilidad (mínima, pero es una posibilidad a fin de cuentas) de marcar justito a las 9, sin descuentos.
Eso, siempre que la bajada de la pirámide sea extremdamente veloz, sin choque o micro detenida causando un muy inoportuno taco.
Me siento muy sumergida en la ciudad, pero también en mis pensamientos, en ideas locas que se me cruzan en letras blancas sobre un fondo negro como en los créditos de una película. Visualizo en este formato tonteras que se me ocurren, que me causan risa. Mucha risa. La música no se detiene nunca, ni aunque apague el I-Pod (mi mamá escribe Aipod, que ternura!). Estoy más melómana que nunca, a veces ni siquiera es necesario que tenga prendido algún tipo de reproductor, la música sigue en mi interior, apasionándome, re vitalizándome, energizándome, qué se yo puras palabras positivas terminadas en ándome ... jajajajaja.
La música en mi interior se sincroniza con los latidos de mi corazón, lo que es extremdamente lindo, me alegra, pero es poco práctico, me cuesta concentrarme. El conductor de la micro anuncia que es la última parada antes de "El salto", y yo por ir escuchando interiormente "Tender" de Blur, no comprendo bien lo de última parada y me bajo, aunque todavía estoy lejísimos de dónde debiera bajarme. Ya abajo me doy cuenta de mi estupidez, pero me río y sigo escuchando Tender. La letra de Tender también se escribe en letras blancas sobre fondo negro para luego sobre imprimirse sobre la imagen de la montaña cubierta de cemento (claro por que ya me subí a la micro siguiente, y ya voy bajando a toda velocidad por la pirámide).
Pienso que mientras yo tengo la preocupación ínfima cotidiana de llegar a la hora al trabajo, hay personas que se están preparando para celebrar el Wetripantu (ni idea si lo escribí bien) o año nuevo mapuche. En mi cabeza ahora suena "Strangers" de Portishead, y las imágenes de la pirámide, del San Cristobal, de la autopista vespucio, se mezclan con imágenes de lugares de otras partes del mundo, de lugares distantes que he visitado, hace parece ya mucho tiempo.
Todo esto se mezcla con una imagen de Escher, y salto a una idea de Cortázar que leí anoche: "delirio de escaleras y puentes que resulta inexplicable", o algo así.
Quizás en una defensa contra el sueño mi mente está así de desordenada, todo se mezcla aletoriamente y ciertos detalles imperceptibles en otras circunstancias, se exageran como en una película / alucinación al borde de lo onírico, de Michael Gondry.
Tanto nombre, tanto hiper estímulo de todos lados, es como irrisorio ... yo bajando en micro la pirámide, trasnochada, mientras en otras partes del mundo terminan de celebrar la llegada del solsticio de verano, mientras en otras partes se extinguen hogueras, mientras en los campos chilenos despiertan después de haber celebrado ritos relacionados con el Diablo.
Los ritos se fusionan lo pagano, lo católico, lo europeo, lo americano, lo índigena, los mapuches y su Wetripantu, yo y mi pirámide, yo y mi autopista.
Debe ser el sueño, leí hasta tan tarde esperando que se consumiera la vela. Visualizo los restos de la vela que enterré antes de salir atrasada, junto a la hoja de hiedra y mi deseo escrito en un papel, quemado, consumido por el fuego para que se cumpla.
Deseo tan impreciso, tan disperso, pero tan alegre, tan lleno de adjetivos (no, si en verdad me esmeré en elegir cada palabra).
Los ritos, la media noche, el cruce de la muerte y la vida, mis pensamientos, y la estúpida máquina de expectativas que no se detiene nunca, como la música en mi interior, como yo en mi autopista.