Una disgresión, de alguien que pretende dedicarse a escribir. Una especie de collage irregular, con ideas, uno que otro chiste, algún titular de diario, canciones, inquietudes, cualquier cosa que me diga algo, y que le diga algo a los demás.

marzo 23, 2009

Las primeras horas, el pueblo, Tahai


Apenas dejamos el collar de flores amarillas en la puerta, entramos a la rápida, lanzamos las maletas sobre la cama y partimos corriendo como niñas locas, niñas eufóricas (niña de 30 yo, y niña de 52 mi madre) a conocer este universo que nos esperaba.

Salimos precipitadas sin una idea fija de a dónde nos dirigíamos, atolondradas, dejándonos guiar por el azar, esquivamos un par de tiendas de souvenirs (la calle principal está atiborrada de ellas), pasamos por un Kiosco (frente al colegio), en un costado de la plaza, de dónde emergía el olor de las empanadas de atún con queso mezclado con el del Po´e una especie de pan dulce, de plátano. Con esa mezcla extraña pero agradable de aromas, seguimos caminando.

La calle se elevaba un par de cuadras, nosotras en la mitad: hacia arriba la visión imponente de la pequeña pero alegre iglesia, y hacia abajo la contemplación del mar, el protagonista de todas las vivencias y carácter Rapa Nui.

No tengo claro por qué, pero seguimos hacia arriba, hacia la iglesia. Estaba vacía, sencilla e iluminada de forma natural. El blanco era el color predominante, lo que hacía destacar las esculturas de madera oscurecidas por el tiempo, que representan al sagrado corazón, al espíritu santo, o a la virgen, etc, pero todos en madera nativa, figuras alargadas y de ojos grandotes, grandotes, grandotes, de rasgos en primera instancia toscos pero bellísimos, en realidad, quizás un poco como su gente. Un estilo muy propio, muy característico.

A la salida la única dirección posible era bajar hacia el mar, en línea recta, para llegar a intrusear un poco en la caleta Hanga Roa Otai, pero no sé en qué minuto nos desviamos y empezamos a caminar por calles más alejadas que serpenteaban no sé hacia a dónde.

Deben haber sido las 3 o 4 de la tarde, las calles desiertas la gente probablemente almorzando, durmiendo siesta o surfeando. Caminando bajo el sol, acompañadas solamente por los mangos, las papayas, las paltas y las guayabas que crecen por todos lados, ofreciéndose a todo el mundo.

Sólo en una casa había movimiento, un tallador recreaba Moais y O´A (bastón de mando de la reina) en ... a pequeña escala. Un niño muy chico, que probablemente no sabe ni sonarse todavía (en verdad era casi una guagua) me pregunta en un perfecto inglés ¿Do you have money?, ja, ja, no lo puedo creer entre que me río y entre que me espanto, pero después con los días me doy cuenta que los Rapa en gran medida viven del turismo y no tienen ningún pudor en expresarlo abiertamente. Si eres viajero de corazón, te estás dando una vuelta por trabajo o por curiosidad o si eres turista de frentón, y quieres dejar harta plata acá, no hay problema. Lo bueno es que no son cínicos, lo dicen tal cual.

Lo que talla el papá Rapa del casi bebé english parlanchín, es realmente hermoso, pero nunca tan enferma de consumista como para andar comprando desde el primer día, sin conocer nada aún.

Así que doy las gracias, lo felicito por su trabajo y seguimos caminando.

A la vuelta de la esquina vuelvo a ver el mar que había perdido unos minutos antes, y además unas estructuras de piedra lejanas, pero gigantes. Sin darnos cuenta, casi por accidente, hemos llegado al complejo Tahai.

Tahai, bordeando el mar, soprende con tres ahus y un embarcadero.

¿Qué es un Ahu ? Se preguntarán ustedes, bueno acá les van algunas observaciones generales que servirán par esta y las siguientes entradas, para conocer un poco más de esta cultura.

Un Ahu (con acento en la A, me corregían cuando yo lo pronunciaba con acento en la U) es una construcción de piedra, una explanada amplia, y en uno de los extremos va una plataforma como altar, mucho más alta, (considerado el lugar más sagrado del sector) en dónde se erigen los moai .

Los Ahu se ubican muy próximos a la costa, pero con los moais mirando hacia el interior de la isla (con algunas excepciones como el Ahu Akivi, ya veremos después por qué esta diferencia).

Como siempre, la tradición oral coincide en algunas cosas con las investigaciones, con la historia documentda, y en otras no.

En el caso de la cultura Rapa Nui, en este sentido hay varios vacíos y contradicciones; pero hay concenso generalizado en afirmar que los Ahu están ubicados en lugares estratégicos, con los moais mirando hacia el interior para proteger a sus habitantes y señalar los lugares fértiles según unos, y para marcar con precisión los solsticios, equinoccios y otros fenómenos astronómicos asociados a los ciclos naturales y a la navegación, según otros.

Como sea, todos coinciden en que los Ahu marcaban los Tapu (que no casualmente suena parecido a Tabú), o zonas de protección, zonas de acceso restringido para ciertas fechas o situaciones especiales. Además algunos señalan que bajo la plataforma se enterraban a los nobles.
Entonces, ante todo, un Ahu es un lugar sagrado.

Por lo mismo casi me infarto al ver cómo más de algún desubicado se subía a un Ahu para sacarse una foto o para tocar un Moai a pesar de que está escrito en todos los idiomas "no subir al Ahu", pero la ignoracia de algunos es otro tema aparte y largo, así que volvamos a los Ahu de Tahai.

En Tahai hay tres Ahu, El Ahu Vai Uri donde se erigen 5 moais, el Ahu Tai donde se erige un moai solitario, y el Ahu Kote Riku, donde también se erige un moai solitario pero con pukao (moño o sombrero de piedra roja).

Los tres Ahus de Tahai están muy próximos, casi uno al lado del otro. Lo primero que sorprende al enfrentarse a estos Moais es que cada uno tiene una carita, un carácter diferente. algunos se ven más jóvenes, más alegres, otros más serios, introspectivos, etc. De verdad que cada uno tiene una personalidad bien definida y la transmiten, hasta dan ganas de ponerse a conversar con ellos (sí, efectivamente hice el loco y conversé en más de una ocasión con los moais de Tahai en voz alta, sobre todo los últimos días cuando me despedía y les decía que volvería).

Estos Ahus de Tahai son astronómicos costeros, se orientan en sentido equinoccial, y estaban relacionados con la ubicación de posiciones precisas desde el mar.

La tradición oral indica que en Tahai (o muy próximo a este sector) se encontraba un centro de enseñanza astronómica, la cueva Ana u'i He tu'u (Cueva donde se Observan las Estrellas).



Al parecer los Rapa de la antiguedad tenían muy bien pensado todo en cuanto a cómo se relacionaba su vida, su isla, con el cielo, con las estrellas, con el sol. ¿Será por esto que los mejores atardeceres que he contemplado en la vida, son justamente los de Tahai?

Si algún día visitan Rapa Nui, deben de todas maneras ver varios atardeceres en Tahai, ver como el sol se esconde en el mar, como tiñe todo de naranjo, y sobre este fondo espectacular como se recortan las siluetas de los moais.

No les va a costar llegar, por que cuando el sol empieza a bajar, un número grande de personas (viajeros, turistas, Rapas, familias y parejas) corren en esa dirección, a recitar un poema mientras el sol toca el mar, a recitarlo rápido antes de que desaparezca bajo el agua, haciendo coincidir las palabras con el movimiento, con la inmersión.

Yo por mi parte recitaba COMO SI FUÉRAMOS INMORTALES, de Mario Benedetti, y sentía como me llenaba de una energía gigantesca.

"Todos sabemos que nada ni nadie habrá de ahorrarnos el final sin embargo hay que vivir como si fuesemos inmortales"

Nada más apropiado para el momento, para Tahai, para mi vida, para la experiencia de viaje.

marzo 20, 2009

La llegada a Mataveri



Todo inicio de viaje (físico y metafórico), genera expectación, cosquilleo, un tipo de ansiedad más ligera, hasta rica. Un poco nerviosita, pero sin la neura de cuando partía a España ... en territorio nacional no me pueden deportar pensaba, jajajajaja.

El vuelo no tan largo, y bastante bueno, básicamente dormí y comí harto. Mientras dormía soñaba que llegaba a la Isla y el avión en vez que aterrizar, amarizaba (no se si efectivamente existe esta palabra pero se entiende, se detenía, bajaba sobre el agua), pero no era un estado de excepción o de emergencia, en mi sueño esto era normal, en mi sueño así era la recepción en el aeropuerto de Mataveri. Estaba rodeada por mar por todos lados. Y eso me gustaba. Nos recibían con collares de flores pero no logro recordar de qué color, nos recibían en el agua, con collar y todo y había que llegar nadando hasta el lugar donde teníamos reservada la habitación.

La azafata me despertó para ofrecerme un sandwich, todavía faltaba media hora para llegar realmente y yo hasta durmiendo estaba ansiosa, soñando que ya estaba en mi destino.

Siempre me pasa esto cuando viajo: antes de llegar sueño con el arribo y visualizo el lugar, la recepción, los primeros momentos, que al final resultan ser similares a como lo soñaba, aunque en el sueño algunos aspectos aparecen exagerados o deformados.

Cada vez faltaban menos minutos y por la ventanilla podía ver una muy extensa porción de tierra que el avión fue bordeando, mientras todos nos maravillábamos con su contemplación. No sé si la palabra tierra es la más correcta, por que se percibe un espacio absolutamente verde y exhuberante por todos lados.

Praderas y cerros de diferentes tipos de verdes, todos muy intensos, complementados con el azul, calipso, verde y blanco espumoso del mar. Los roqueríos y acantilados dan la pequeña nota de gris, de negro, de rojizo, de contraste.

Todo esto visualizado por mis ojos desde la ventanilla, como adentro de una película que capta con las mejores cámaras y lentes gran angular, los planos generales de tierras exóticas, de tierras en gran parte vírgenes, de bellezas naturales enigmáticas, de vestigios ancestrales algunos hoy convertidos en sitios arqueológicos restaurados y otros aún ocultos, no explorados, conteniendo todos los secretos de un pueblo obsesionado con el arte megalítico, con el culto a sus antepasados.

En verdad como en una película. Pero esto no era una película, era mi vida !!!

Cerré los ojos un segundo y seguía viendo todo verde.

El avión tocó la pista y al salir lo primero que me golpeó fue la humedad, un calorcito que invita a desprenderse de todo, a andar livianita. Una humedad dentro de todo suave, que no te agota como la humedad de Guayaquil que es otra cosa bien distinta, extenuante.

El verde entonces dio paso a un colorido deslumbrante: flores, palmeras, pastizales, árboles de frutas por todas partes, con toda la gama de colores imaginables.

Finalmente, después de meses de preparación, decisiones, cálculos y demases, estaba en Rapa Nui, con la cara y el alma llena de risas y con un collar de flores naturales, aromáticas y amarillas colgado al cuello.

Antes de llevarnos a las cabañas, Álvaro nos dio una vuelta por el pueblo y mientras nos mostraba los árboles, el mercado, la caleta y la iglesia, nos daba la bienvenida a su tierra, "una tierra libre" según sus palabras, "libre, sin presidente, sin ministros, sin Ripley, sin Falabella, sin Transoprte Público, sin nada de esas cosas que no sirven, así que bienvenidas, esto es como estar en otro mundo, relájense y a disfrutar"

Sus palabras pueden sonar exageradas, despectivas del sistema administrativo y comercial chileno, pero la verdad es que a él y a los demás rapa no les importa en lo más mínimo. Su vida corre a otro ritmo, se sienten diferentes, independientes y eso lo hacen notar desde el primer momento. Eso no les impide sin embargo, ser tremendamente receptivos y acogedores, no les impide invitarte aunque sea por un par de semanas a disfrutar de su pequeño oasis, de su pequeño mundo aparte, que cuidan y defienden con orgullo.

Ya estaba en Hanga Roa, al llegar al hospedaje dejé mi collar de flores amarillas en la puerta, como señala la tradición.

Ya estaba en Rapa Nui, con la cara y el alma llena de risas, aunque todavía no conocía casi nada, ya estaba fascinada.

marzo 16, 2009

De regreso, en cortocircuito, decantando.

Estoy de regreso en mi realidad.

Conectándome lentamente a la rutina de la ciudad, al caótico transporte público, al trabajo (no hay tanto tampoco y mi PC está virulento así que mientras lo formatean y resucitan yo aprovecho de escribir desde otro rincón de la ofi).

Me va a costar transmitir todo lo que he vivido y conocido, pero en las siguientes entradas lo voy a intentar, así que todoresplandece se va a poner un tanto (bastante en realidad) Rapa, durante algunas semanas, por que pretendo compartir todo lo hermoso que mis ojos vieron, y las emociones que me embargaron en esa mágica tierra colmada de mar, en esa tierra de seres de espíritu libre, totalmente envidiable, o mejor aún, imitable, habría que proponérselo.

A ver si algo de esa energía me queda para el resto del año (estoy segura de que sí).

Voy a intentar ordenar un poco mis ideas y emociones antes de empezar a escribir, pero mientras lo hago mi cerebro o más bien mi piel directamente (sí en este caso es más correcto hablar de piel, y mandar el cerebro al carajo), hace cortocircuito .

Todo en mí hace cortocircuito.

Después de un segundo de silencio y de una panorámica en la que girando en 360º percibo solo mar, mar en todas las direcciones, mi alma colmada de mar y de felicidad recuerda un aroma totalmente nuevo, dulzón, desconocido, indescriptible: el aroma del vapor de las hojas de plátano, cuando el bello y dulce Tau´no (nunca le entendí bien como se escribía su nombre) abre el curanto que había preparado durante horas. Ese aroma no se me va a olvidar nunca en la vida, NUNCA, así de categórica.

Chinaski al otro lado del teclado me decía que afortunada es un adjetivo mezquino, para describir lo rajuda (esto último lo agregué yo) que soy, ja, ja ... y claro que tiene razón, pero no sé que otra palabra podría usar para decir la increíble suerte que tengo, lo feliz, lo inspirada, la emoción que me llena por completo, de recordar ese lugar mágico, de una belleza natural inigualable, lleno de misterios y de gente muy alegre y receptiva, de espíritu muy libre y absolutamente sin ningún prejuicio. Esa tierra de seres deshinibidos y espontáneos, lo que resulta muy lindo aunque al principio claro que sorprende un poco.

Sigo intentando ordenar esta ensalada rusa, todos los micromomentos que se me vienen, que se me reiteran con alegría, y mientras cierro los ojos vuelvo a ver el mar. He visto tanto mar, que mi alma está completa, feliz. Estoy de nuevo en el Maunga (cerro) Terevaka, que es el punto más alto de la isla (510 metros), y desde allá arriba veo toda la isla y giro, giro, giro, hacia todo mi alrededor, en 360º, veo todo el contorno de la isla y mar, mar, mar, por todos lados, en todas las direcciones.

Entremedio el vuelo de regreso ... bien igual, llegamos 15 minutos antes de lo previsto, y sin nada de turbulencia. Claro que a la salida en el aeropuerto, la cinta de equipaje estaba colapsada y muy, muy lento el retiro, ja, jaj, ja, pero bueno sobreviví a esa lata. En esas horas sentada, viendo en el mapita como el avión se alejaba de Mataveri, volvía a ver el Rano Kau, su cráter impactante, su ladera erosionada por la salinidad del mar. De nuevo el mar, de nuevo la sal, la vegetación exhuberante, los mangos y las paltas maduros por las calles, generosos para todos quienes quieran tomarlos. La humedad suave. El carácter y la cara diferente de cada moai. El Sol, Anakena, el agua, los peces, el amanecer en Tongariki. La luna llena.

El regreso, pucha, pero bronceada y llenas de collares (gracias de nuevo a todos los que me fueron a despedir !!!), así que no era difícil darse cuenta de mi procedencia, además con la imborrable cara de felicidad, con el mar impregnado en el alma, yo que adoro el mar, nunca había visto tanto mar en mi vida.

Que alegría !!!

Cuando todo esto decante un poco, e intuya cómo irradiarlo, como contagiarlo, sin duda lo voy a hacer, y pronto.

marzo 07, 2009

Muy corito, reitero ...

Escribo muy, muy cortito, por que me resulta más placentero observar el atardecer sobre el mar de Rapa - Nui, que estar tecleando acá encerrada en un ciber. Por que sí, soy tremendamente afortunada y estaré un par de semanas, en este otro ritmo, en esta naturaleza exhuberante y sensual de Isla de Pascua. Pero bueno ya que tenía que revisar el correo, aprovecho de meterme a blogger y dar señales de vida, a la vuelta espero contar en detalle toda esta hermosa vivencia.

Reitero: Soy tremendamente afortunada.

Gracias a todos por pasar por mi casa de letras, durante mi ausencia, al regreso ya les contaré y paso a visitarlos.

Besos y abrazos.

Reitero: Soy tremendamente afortunada.