Una disgresión, de alguien que pretende dedicarse a escribir. Una especie de collage irregular, con ideas, uno que otro chiste, algún titular de diario, canciones, inquietudes, cualquier cosa que me diga algo, y que le diga algo a los demás.

octubre 21, 2008

Roxi en 100 palabras

Me gustan los cuentos cortitos, tienen una nostalgia pasajera, una instantaneidad ... el anhelo de capturar el momento, ese algo inhaprensible, como una buena foto.

Me gusta que la gente de Santiago escriba, que la ciudad se escriba.

Yo también me escribo hace varios años, y aunque soy más dada a la divagación y a los relatos extensos, también intento escribirme en 100 palabras, para la convocatoria de Metro de Santiago y Revista Plagio. Nunca quedo seleccionada, pero no soy picada y ya voy a buscar mis favoritos para votar este año.

Les dejo lo mío, fragmentos de un autoretrato en 100 palabras. Roxi en 100 palabras.

CASI FELIZ

A veces te quiero de sobre manera, desmesuradamente, patológicamente se podría decir. A veces no te entiendo nada, ni un carajo, ni un poquitito se podría decir. Esas veces es cuando más te quiero, cuando contestas a mis preguntas con silencio y con una cara de pregunta mayor, con aire entre cómico y serio. Entonces me quedo callada, y seguimos caminando por el final Providencia, hasta que nos sumergimos en las innumerables y gigantescas escaleras laberínticas de Baquedano. Después veo tu sonrisa al otro lado del andén, desapareciendo en la multitud, y me voy tranquila, casi feliz.

SOLO 3 MINUTOS

Han pasado solo 3 minutos. Absolutamente somnolienta después de almorzar. O el trabajo está medio/demasiado fome (muy probable) o la lechuga realmente tiene propiedades anestésicas y sedantes (harto menos probable). Agua en los párpados, café por toneladas, pellizcos en los antebrazos, nada ... el sueño persiste, tiene vida propia. Por ahí me evado pensando en las vacaciones, fantaseo con playas paradisíacas. La llegada de un mail de un amigo igual de somnoliento (al otro lado del teclado y al otro lado de la red) me saca una sonrisa torpe, lenta, más de una en realidad. Han pasado solo 3 minutos. Me queda todavía un resto.

octubre 06, 2008

Sacrilegio / Banal

Se fue otro fin de semana. Las horas van tan rápido que nunca son suficientes para hacer todo lo que hay que hacer, para todo lo que se quiere vivir. Y además que quedaran horas para improvisar o simplemente despreocuparse de todo y dormir una buena siesta. ¿es mucho pedir?

Entre tanto movimiento, y tanto patiperreo, me hice el tiempo para hacerme un masaje capilar, pero cometí un craso error: Cometí el sacrilegio de permitir que el masaje me lo hiciera una alumna de una escuela capilar, en vez que entregar mi cabecita a las prodigiosas manos de Bladimir de Palumbo.

Y todo por cagá, por ahorrarme 2 míseras lucas.

Y el pelo no me quedó mal, hasta diría que me quedó bien brillante, pero la experiencia no fue terapéutica, no me relajé en extremo, ni reviví después de dormirme durante algunos minutos. Y eso hubiera sido lo importante.

Y todo por cagá, por ahorrarme 2 míseras lucas. Y estando recién pagada, que ordinariez ...

Es bien ridícula mi vida.

Sorry lo banal.

A ver si en un par de días les comparto algo más importante, o transmito algo mejor que esta sensación de semi - aburrimiento.

Buena semana a todos los que por aquí pasen. Y no se pongan a llorar a gritos por el olor de las peluquerías, eso le queda bien a Neruda nada más.

octubre 02, 2008

Historia intrascendente

La historia es sencilla y más o menos intrascendente. Pero es una sumatoria de recuerdos, de momentos que se fueron, de señales, de cosas cotidianas llenas de detalles que ya no están más.
Por que en cierta medida yo ya no soy la misma, y Santiago (hablo de la ciudad no de algún Santiago medianamente interesante) también ha cambiado mucho.

La historia es sencilla y se me vino a la cabeza esta mañana, fragmentada y probablemente re cargada de elementos o mezclada con otros momentos que no coinciden cronológicamente, pero bueno voy a intentar contarla para reconstruirla y reírme un rato. Si en el camino les saco alguna sonrisa a ustedes mucho mejor.

Esta mañana esperaba la micro transantiago que se va por el taco continuo / somnoliento de vespucio (en donde a cada pestañeo se me aparecen unas imágenes muy incoherentes de lo más que hay ... ni les cuento), pero la micro nunca pasó, al menos esa no, y tuve que subirme a una que se iba por el centro (y comerme la rabia de demorarme el doble y aperrar con otro atraso descontable de mi sueldo ... en fin).

Total que me subí a la 418 que se va por tobalaba, provi, la alameda, que no es más que el mismo recorrido 228 de las amarillas.

A la U yo me iba en la 228, con una cara de sueño espantosa, pateándome las ojeras, con pantalón de buzo verde deslavado y arriba cualquier cosa, pero literalmente cualquier cosa. Súmenle a esta apocalíptica imagen unos bototos industriales bata, de esos que tienen punta de acero (horroroso, mi madre sufría al verme las pintas, y yo sufro ahora al ver las escasas fotos que quedan de ese entonces).

Lo único que mejoraba un poco ese panorama matutino era que producto de las trasnochadas para terminar los trabajos de taller (mensaje para los incautos que pretenden estudiar diseño: piénsenlo demasiado bien) andaba con esa extraña lucidez propia del insomne. Lucidez engañosa, pero lucidez a fin de cuentas. Me acompañaba en este trayecto la dulce y tibia voz de Jarvis, sonando en mi walkman (con cassette) el disco "This is hardcore" de PULP / buen disco igual, pero mucho más anclado en una superficie sofisticada y a ratos artificial que no tiene la sencillez y la magia de lo cotidiano de otros disco del mismo grupo.

Volviendo a la 228, la particularidad de esa línea de micros amarillas era que mientras en todos los otros recorridos los choferes no paraban y te insultaban por pagar escolar (aunque andubieras con el pase), los de la 228 paraban, te esperaban aunque vinieras lejos, te sonreían y como si todo esto fuera poco te decían "Buenos días, que tengas un lindo día, que dios te bendiga". Producto de esto último mi hermano estaba convencido que las 228 eran de un evangélico que quería proclamar la palabra de Dios a través de su medio de transporte ¿?.

Bueno y como yo siempre me iba a la U a la misma hora, y con mis pintas atroces, el chofer de todos los días me tenía más que identificada con mi cara de trasnoche, mis maquetas gigantes y mi infaltable maletita de trabajos marca isofit (esas negras piola, que uno tapizaba de imágenes en unos collage con bien poco gusto y composición). Tengan este dato (el chofer que me reconocía, el detalle de la maletita da lo mismo) en cuenta que es relevante en la historia.

Ya dejando un rato atrás los 90 y volviendo al día de hoy ... total que iba en la 418 (ex 228), y en la Alameda, pasando media cuadra la Plaza Italia, me entero que el Jaque Mate, ya no existe más, o no como tal y que ahí ahora hay otro boliche (parece que hace mucho rato). No es que en la U, yo fuera tan asidua al Jaque Mate, en realidad para nada, pero una vez terminé desayunando chela en ese lugar.

En la U para festejar una entrega de un trabajo, o en relidad por las puras ganas de desordenarse, ibamos a bailar a un lugar en bellavista que no recuerdo el nombre, pero no era justo en Pío Nono, ni cerca del cerro, era como más alejado, más piola, sin alienígenas ni cosas extrañas.

Tocaban harto britpop, mezclado con rock latino ochentero, mezclado con tecno, mezclado con rage against the machine, así toda esa secuencia bastante descordinada pero entretenida. Y cuando digo que íbamos a bailar, es por que íbamos a bailar demasiado, era una locura, un dont stop, un loop contínuo, en grupo, sola, con cualquier jote de turno, daba lo mismo, la cosa era bailar hasta morir. Producto de esa emoción y destreza física desenfrenada siempre enganchábamos con ene gente igual de loca, y hacíamos de esos amigos inseparables que en realidad nunca más vuelves a ver.

Ya no me acuerdo como, pero una vez, cuando cerraron la disco y nos quedamos en la calle (en esa época nadie con auto y sin recursos para taxi había que hacer hora hasta que empezaran a pasar las micros), un grupete de amigos inseparables de los que nunca más vuelves a ver, nos invitaron a desayunar en el Jaque Mate.

Así fue como llegué a conocer ese lugar. Ahora que lo pienso entre el Jaque Mate y la disco la distancia no es tanta, pero tengo la percepción de que caminamos horas, estaba raja cansá, y probablemente raja curá también.

Qué cresta conversamos durante ese desayuno consistente en muchos pitcher y nada comestible, sinceramente no lo recuerdo, solo sé que me reía mucho, demasiado y que a la Vale se le salieron los ojos cuando cachó que el desayuno era pura chela y nada más (es decir a mi amiga se le debe haber aparecido la feroz culpa configurada en la imagen de su madre y del dios castigador) y yo me reía, de su cara de urgida. Mientras un jote cuyo nombre no recuerdo, creía que yo me reía de sus tallas que supongo eran medias fomeques. Probablemente el tampoco se acuerde de mi nombre por que nunca me dijo mi nombre, sólo me decía pirinola y eso le causaba mucha gracia.

Y así seguíamos todos a pura risa y a pura chela. Sumergidos en el humo y en el bullicio derrepente se produjo un silencio generalizado: sonaba fuertemente una alarma chillona. Rompí el silencio con una carcajada, era la alarma de mi reloj, que usaba como despertador. Todos con ataque de risa, hay que ir a estudiar, a levantarse, a tomar desayuno. Yo con ataque de risa, la alarma me había sorprendido tanto como a los demás. Pero ya estaba cansada y un poco hastiada también, me levanté y dije ME VOY. Lo típico, todos chilloncitos no pero no te vayai, pirinola no te vallai sola decía mi amiguete que nunca más vi, y de paso la Vale con cara de no me vayas a dejar sóla e indefensa con estos perdidos. Pero como soy testaruda, y estaba con la convicción porfiada propia del ebrio, dije me voy y me fui no más.

Crucé la alameda lo mejor que pude y me quedé esperando la 228, en el sentido inverso al que hacía todos los días. Es decir centro - la reina, en vez que la reina - centro. Cuando me subí a la micro todavía estaba oscuro parecía de noche aunque ya deben haber sido las siete de la mañana.
El chofer de todos los días en vez de recibirme con el característico "Buenos días, que tengas un lindo día, que dios te bendiga" me miró con una cara que pocas veces he visto, con un espasmo entre carcajadas y pena profunda, y me dijo "Shusha claro, no va a ser todo puro estudio". después de la última carcajada, se me pasó repentinamente la curadera, y me fui a mi casa, cansada, molida, pero bien, súper bien.