Ahu Tongariki
Casi al final de una noche de luna llena emprendo camino rumbo a Ahu Tongariki.
La noche ligeramente fresca, húmeda, la luz blanca de la luna, iluminando los cerros y los volcanes, que apenas se recortan sobre el cielo, se distingue poco, pero los contronos son hermosos.
Pero casi no hay colores aún.
Atrás imponentes las 15 figuras de piedra.
Al acercarnos puedo distinguir como las 15 sombras se proyectan en el piso, formando un semicírculo. Parece algo así como una reunión ancestral de moais, algo muy solemne, casi puedo sentir a esos espíritus discutiendo temas trascendentales.
Pregunto si alguien más de los tres presentes logra descifrar algo de la conversación que escucho, y sólo me contestan con un gran silencio.
Rodeamos la plataforma, hasta quedar justo detrás de ellos, con el sonido del mar a nuestras espaldas. La panorámica es impresionante: en un primer plano la sombra de los moais formando un semi círculo producto de la luz o de un efecto óptico o qué se yo, atrás la plataforma horizontal con los 15 moais en línea uno junto al otro, cada uno con su carácter, con sus propias historias. Más atrás la silueta del Rano Raraku, el volcán que fue el centro del arte megalítico RapaNui, donde se esculpió la mayor parte de estos seres que siguen observándome.
Damos la vuelta nuevamente, ahora estamos de frente a los moai y si miro con atención puedo distinguir sus caras, sus rasgos. Ahora que observo bien, no están todos enojados, algunos incluso me sonríen, o sencillamente me observan neutros o devolviéndome la misma curiosidad con que yo los miro, son como un espejo también y me devuelven las emociones que estoy experimentando. Creo que uno me guiña un ojo, y esto me causa un ataque de risa, que corta el silencio de piedra abismal.
Ya más relajada de a poco empiezo a ver los primeros rayos del sol, emergiendo desde el mar !!!
Sorprendente, como lo soñé alguna vez cuando niña, cuando me pregunté si semejante imagen sería posible, y sí, efectivamente es posible, gracias a la magia de Rapa Nui.
No alcanzo a seguir pensando, a seguir perdiéndome en las ideas, pues la explosión de colores cubre todo en muy pocos minutos.
Todo ocre, todo naranjo, salpicado incluso de unos fucsias, todo muy vivo, muy alegre, y las siluetas negras de piedra recortadas como una capa de papel lustre sobre puesta.
Días después vuelvo a Ahu Tongariki, ya no al amanecer, a medio día, con el sol sobre las cabezas de los moai, y sobre la mía.
4 Comments:
Roxiiiiiiiii
lindas fotos, colores
claro que me tinca
un abrazo
6:53 p. m.
Que el descueve, yo todavia no me repito el plato voy la ultima semana de Julio y te prometo que vere el amanecer en este lugar para ver si escucho las conversaciones. Sensacional!
8:46 p. m.
Esfinges eternas inmutables ante el hombre,
susurrando a quien las mira,
con su espíritu erguido
por saecula saeculorum.
dime, ¿qué te susurraban?
1:09 p. m.
Cuando uno va a la isla, en realidad, nunca vuelve al continente.
Un gran saludo.
2:22 p. m.
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