Una disgresión, de alguien que pretende dedicarse a escribir. Una especie de collage irregular, con ideas, uno que otro chiste, algún titular de diario, canciones, inquietudes, cualquier cosa que me diga algo, y que le diga algo a los demás.

julio 09, 2008

Todo a negro.

No recuerdo bien, ni estoy segura de que hayan sido símbolos tan trascendentes, o si sólo eran residuos del día que pasó, asociaciones de ideas que algo removieron, no sé. Pero habían algunos elementos importantes:

Pasaba al lado de mi cama, que no tenía sábanas y estaba cubierto por un chalón a cuadrillé que me regaló una vez mi abuela para una lejana navidad, y por un saco de dormir rojo, regalo también de otra navidad, de tres tías ancianas a quienes no veo hace demasiado tiempo.

Mi cama estaba a la orilla de una piscina calipso, de un color muy profuno, casi conmovedor. La orilla del saco de dormir rojo, rozaba por un lado el piso y por el otro el agua. Pasaba caminando por el lado lentito, y me cuestionaba por qué mi cama estaba en ese lugar tan poco común. Pensaba que si me quedaba dormida muy profundamente corría el riesgo de caerme al agua y no despertar, el riesgo de quedar sumergida para siempre.

Mientras pensaba estas cosas, pasaba a lo lejos una señora que es secretaria en mi trabajo y que sin exagerar tiene la apariencia clásica de la bruja de los cuentos de hadas, lunar, nariz ganchuda, mirada penetrante, sonrisa pícara, voz aguda, todo. La señora bruja me indicaba la máquina reloj de marcar el ingreso y la salida; y recién entonces comprendía que ese espacio no era mi casa, sino mi trabajo.

Trataba de alejarme del lugar, y en el camino me encontraba con mi maestro de dramaturgia (una de las pocas personas a las que no tuteo) y el con muchísima pena me preguntaba que qué estaba haciendo. Luego sacaba muchísimos papeles, un cerro de papeles, y se sumergía en ellos buscando un manuscrito valiosísimo. Ya no apenado, si no francamente enojado, iracundo me exigía que lo ayudara a buscar ese documento importantísimo. Sumergidos en el cerro de papeles escarbábamos, hasta que él lo encontraba y me lo acercaba a la vista pero sin entregármelo. El manuscrito era mío, estaba escrito con mi letra con tinta azul. El sueño terminaba con su mirada fija en la mía, una mirada de reprobación, con esa cara tan suya, entre cómica y dramática, muy del personaje que a construído sobre sí mismo durante tantos años. La imagen se empieza a oscurecer, y escucho casi al final un susurro casi inaudible "es su deber".

Todo a negro.

5 Comments:

Blogger Alberto López Cordero said...

Yo hace bastante tiempo que no tengo un sueño que después al despertar recuerde con calaridad y nitidez. Pero cuando los he tenido es curioso como en ocasiones aparecen personakes de nuestra vida a los cuales muchos de ellos no les prestamos practicamente atención ninguna. Cosas del subconsciente. Besos.

1:38 p. m.

 
Blogger boris said...

roxiiiiii, lo unico que puedo decir es si lo tratas de maestro es porque te enseño verdades de la vida, quien te repite cosas es un profesor
un abrazote

2:34 a. m.

 
Blogger markín said...

Extraño interpretar un sueño... dicen que los viejos, los de más edad, traen consigo la experiencia. Quizña en forma de esos mantos que te dejaron están en ti todas esas enseñanzas que ves correlacionada con tu profesor.

Dicen agua es como vida, y estás ahora uniendo todo eso. La bruja colocándose como temores, y en el fondo son nada, porque se nos hacen conocidos.

Sabes que siempre debes ir con cuidado...

No soy nada brujo, pero a mi modo, si fuera mío el sueño, lo sentiría así.

chau,

12:26 a. m.

 
Blogger Alvaro en OZ said...

paso raudo a dejar un saludo, espero que estés muy bien roxy,lamento no tener tiempo para leerte con más profundidad

un gran saludo

11:21 p. m.

 
Blogger La Decapitada said...

Qué intenso, lo de la cama en tu trabajo cerca del agua dice mucho, pero si el agua tenía un bonito color...nada de qué preocuparte Roxi. Todo bien!!! Me encnatan esos sueños que te dejan pensando.

11:51 a. m.

 

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