Y es todo tan simple.

Empiezo el día descubriendo que en mi refri sólo queda un Svelty vencido.

Sé que allá lejos me espera una animación de una empresa de teléfonos y otra de un mall y no es nada alentador.

Pero en el camino al metro veo a unos niños que se ríen mientras escapan de un perro sexópata que los persigue y esto me causa mucha gracia. Ellos exageran su incomodidad y temor al perro, y la situación es muy chistosa.

En la combinación de línea del metro, mi aliento se mezcla con el de tanta gente que no conozco, y me parece todo tan raro. A raíz de lo mismo, hay días en que se me vienen a la cabeza unos pensamientos clasistas espantosos, de esos que aborrezco en los demás pero por pura proyección y aborrecimiento a mí misma.

Allá lejos, persigo la micro destartalada y pienso "La vida no puede ser esto", me desdoblo y me observo tan ridículamente dramática y sobre-actuada que me río a carcajadas. A pesar de esto, remato "No, no puede ser esto".

En una esquina trabajan en conexiones, en un paradero o en algo que desconozco, pero la vereda ya no existe, y en su lugar hay rectángulos profundos recortados de la tierra que me hacen pensar en tumbas. Así en Recoleta, altura no sé cuánto veo esas excavaciones y recuerdo el monólogo precioso sobre las tumbas y la muerte que hace uno de los personajes de Händl Klaus en "Un lugar de Oscura Atracción".

Me pregunto qué crésta pensarán los demás, los que van despiertos, por que en realidad es tan temprano y hace tanto sueño.

No todo es tan malo, voy sentada en la micro y puedo leer ... imagino a Sartre diciéndole Castor a Simone de Beauvoir, y lo encuentro tan lindo, tierno, qué se yo.

El cerrito verde ya está cafesoso de nuevo, y es muy probale que pronto vuelva a ser solo piedras, pero justo al frente hay tantas flores amarillas y rojas que ya no importa, y se escuchan los pajaritos, y son tantos, toda una multitud de pajaritos.

¿Por qué no podré verlos?

Pero los escucho, y suenan muy lindos.

Vuelvo a mi casa, y mis gatos que me han ignorado durante casi dos semanas (que tiranos y hermosos que son los gatos y sus mañas), ahora resulta que han vuelto a quererme, ronronean y me acompañan mientras escribo esto.

Miro por la ventana y descubro que justo afuera de mi pieza está todo lleno de unas florcitas preciosas. que yo he ignorado durante quizás dos semanas.

Y es todo tan simple.

Y está todo tan cerca.