Una disgresión, de alguien que pretende dedicarse a escribir. Una especie de collage irregular, con ideas, uno que otro chiste, algún titular de diario, canciones, inquietudes, cualquier cosa que me diga algo, y que le diga algo a los demás.

agosto 04, 2006

Inventario de banalidades

A diario percibimos o incluso protagonizamos miles de momentos e imágenes que por ser exageradamente cotidianos e ínfimos, consideramos intrascendentes, vulgares o de poca importancia. Pero si sumamos todos ellos a lo largo de nuestras vidas y les prestamos un poco de atención, nos daremos cuenta que no son tan banales. Es decir lo son, pero por qué yo me fijo en banalidades, o hago banalidades que otros no, o viceversa. Por qué alguien fija una imagen que por muy poco importante que sea aparece y se queda ahí, una imagen que para otros puede haber pasado totalmente desapercibida.
Me estoy dando vuelta en una idea que creo que está clara hace rato, incluso de antes que empezara a escribir esta entrada, pero lo que intento decir es que cada una de nuestras banalidades también puede decir algo sobre nosotros.
Aquí los dejo con un mini seguimiento de mis banalidades que duró casi una semana.
Debo estar bien parqueada, las cosas que estoy escribiendo … en fin.

Sábado: Con James y el conserje de su edificio (sorry pero no me sé el nombre), empujamos el escarabajo rojo de la Anja hasta que partió. Tampoco fue tanto, como una cuadra no más.

Domingo: Se me quedaron en la mesa del departamento dos vinos que les ofrecí durante toda la semana a mis padres para el almuerzo. ¿Prefieren Shyra o Carmenere?, les pregunté todos los días. Al final llegué sin nada, los tan anunciados vinos siguen en la mesa.

Lunes: Fui al BCI a cobrar el cheque de mi sueldo pero había una fila atroz, angustiante así que desistí y con mis compañeros de oficina nos fuimos a almorzar por ahí.

Martes: Entregué en FONSA la documentación para la obtención de la credencial de salud. Por fin soy alguien para el sistema. En la micro le compré a un ex – reo (según sus propias palabras) un puzzle (no sé por qué iba a decir calendario) de Winnie de pooh por sólo 100 pesos.

Miércoles: Mientras intentaba leer en el metro El Quijote de la Mancha, un escolar escuchaba en su reproductor de mp3 un Reggeton, de lo más monótono, a todo volumen.

Jueves: En mi segundo intento de leer en el metro El Quijote, un escolar pasó apurado a mi lado y con su bolso me arrugó algunas páginas de la edición 4º Centenario que es tan re bonita. Se me cayeron diez pesos que nunca más encontré.
En un kiosco vi que dos diarios tenían de titulares dichos populares, Las últimas noticias “Este huevito quiere sal” y La cuarta “En la cancha se miden los gallos”.
A la vuelta del almuerzo mis compañeros de trabajo venían hablando de los seguros, de las inversiones y cifras varias que me interesan poco y nada.
En la tarde de puro consumista pasé al SPA (Relax) y me compré un jabón manzana / limón, supuestamente energizante. Pasé a Veracruz, pero ya no tienen aros bonitos.

Viernes: En mi tercer intento de leer en el metro El Quijote me fue bastante mejor, bien concentradita y sin distracciones, hasta que un tipo bastante interesante le empezó a contar a una señora mayor (supongo su mamá), por que la relación con su actual pareja va tan mal “con ese tipo de actitudes he cachado que la mina es media saico / ¿qué es saico?/ ligeramente loca, tocada del mate”. Después de esta pequeña interrupción retomé mi lectura.
No sé en donde, pero en algún rincón de la vía pública, estaba escrita la palabra Paradero, pero yo la leí como Paredro, mi Paredro concepto enigmático incorporada por Cortázar en su novela 62 Modelo para armar.

Esto último no es tan banal, así que creo debo dejar hasta acá este inventario de banalidades. Además ya casi se cumple una semana de recolección de pequeños fragmentos de mi transitar por la ciudad.

6 Comments:

Blogger Gonzalo Villar Bordones said...

Me gusta la idea de registrar la ciudad. Lo que ocurre en el metro, sus lecturas.

Aluna vez lloré desolado en la línea uno.... y suelo escribir o juagar cartas con mi cel. durante el viaje.

En Santiago uno puede encotrarse un Ministro o un artista en el Metro. Es una maravilla que tengamos tanta paz.

Gracias por ser dueña de una hermosa sonrisa.

10:37 a. m.

 
Blogger Boz said...

jajaj q entretes tu dias igual.

me encanta el quijote, creo q lo leere de nuevo, tandra mas de 400 años pero me encanta ese libro jojo.

el viaja r en el metro en stgo solo es entrete cuando no va lleno, pq cada vez q voy parecemso ovejas.

salu2

12:38 p. m.

 
Blogger Gonzalo Villar Bordones said...

sobre la nostalgia, y, en particular, la que me invade, tienes la misma opinión de mi psicóloga.

Incluso a mí, me carga, pero una parte de ella tiene residencia y morada en mi alma, es parte de ella.

Bueno, por eso 4 en el eneagrama. Sabes tú de eso?

12:57 p. m.

 
Blogger Viejito Cibernetico said...

Oiga chiquilla

Qué le pasó?... eso de las banalidades... Dios mío!!! me da la impresión que realmente estaba disvariando, le recomiendo que se tome un poquito de valeriana y se frota los antebrazos con Agua de las Carmelitas... va a ver que se va a sentir mucho mejor.

Oiga quién es ese Renton que la invita tanto?

En 1 hora más voy a ver la obra Desafección. Ahí le cuento (en mi block) que me pareció.

El viejito boticario

7:40 p. m.

 
Blogger Marga F. Rosende said...

Que mágico parece lo vulgar y cotidiano ¿verdad?. Sólo hace falta tener una cierta mirada...
Un beso guapetona

6:38 a. m.

 
Blogger kurotashio said...

¿Banalidades?

¡Naaaaa! Son esos momentos cruciales o de mayor relevancia para tu vida, simplemente eso.

Todo tan común y silvestre (o mejor dicho alfastostre XD).

Hoy no comento sobre la ciudad, pues he permanecido en casa flojeando, bueno, aún estoy de vacaciones y aprovecho mis momentos pasivos jaja.

Saludos :)

[] kurotashiO!

5:40 p. m.

 

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