Una disgresión, de alguien que pretende dedicarse a escribir. Una especie de collage irregular, con ideas, uno que otro chiste, algún titular de diario, canciones, inquietudes, cualquier cosa que me diga algo, y que le diga algo a los demás.

junio 13, 2006

Búsqueda persistente

Acá va otro cuento que también gira entorno a la música y el vino (y es de Septiembre del 2005), aunque es menos depre que el que publiqué anteriormente en el blog, quizás por lo mismo me gusta más. Si quieren, de ahí me cuentan que les parece.
Búsqueda persistente
Aparentas que para ti es inusual esta situación. Me miras con un mal fingido aire culpable, cargado de mucha sorpresa y algo de excitación. Tu reacción torpe y casi adolescente me hace reír a gritos, no es lo que esperaba del hombre resuelto y audaz, que se supone eres.
La música a todo volumen me impide escucharte con claridad, rítmicamente acerca y recorre nuestros cuerpos, vibrando como una premonición. Es puro anglo de los ochenta, no es muy de mi gusto, preferiría algo latino y más nuevo, pero supongo que va con tu perfil y que puede ayudar a que te relajes.
Sigo riendo, embriagada en lo absurdo y fascinante de todo esto. Te acercas y creo que me preguntas por qué río, aunque no estoy segura.
Como única respuesta río y te miro con unos ojos sobreactuadamente seductores que me hacen sentir un poco patética. Para zafar levanto mi copa y te obligo a brindar nuevamente conmigo, el aroma a fruta madura se mezcla con el humo del lugar, con tu perfume caro, con mi colonia barata y con el aire que empieza a escasear. Este espontáneo e involuntario sahumerio cargado de deseo me aturde un poco.
Humedezco mis labios en el vino y empiezo a besar revoltosamente tu cuello. Estás inmóvil y sonríes distante, pero lentamente te vas dejando llevar por el cosquilleo y empiezas a bajar las defensas, me acaricias y casi me besas, pero algo te frena. Recuerdas quién eres, recuerdas quién soy, y con cierta paranoia miras en todas las direcciones.
Es tan evidente lo que te reprime, sé que esto no es algo nuevo para ti, sólo necesitas precipitarte, y dejar salir todo. A nuestro favor tenemos el hecho de que hoy no te escudas en uno de tus ternos de marca, aunque conservas tu vanidad fría y formal. No importa, no te creo nada y voy a insistir hasta lograr lo que quiero. No sé cómo hacértelo entender. Me estás haciendo pensar que tienes muy poca imaginación y que en vano tararé “Girls Just Want To Have Fun” esta semana cada vez que te encontré en un pasillo de la empresa.
No pienso desistir, me envalentono vaciando de un solo golpe mi copa, tomo tus manos y las pongo sobre mis caderas, mientras las muevo sinuosamente. Feliz a rabiar por mi buena suerte, salto entusiasta y descontrolada cuando empieza a sonar la pegajosa melodía de Cindy Lauper. Es justo lo que estaba esperando, me acerco cada vez más, y respiro sobre tus labios, mirándote fijamente. Canto sentidamente cada palabra, y te coqueteo mientras en mi cabeza retumba una versión especial y traducida de la canción. Cada repetición de “when the working day is done girls they want to have fun” me sugiere una frase diferente: “no me importa que tengas una noviecita bien y perfecta”, “no me interesa que no me presentes a tus papis”, “no me importa ser sólo tu amante ocasional”, y así tantas otras cosas…
Creo que por fin entendiste el mensaje, por que me presionas contra tu cuerpo, me besas, me muerdes y susurras un desesperado: “aquí no puedo”. Tu falta de vocabulario, y tu ordinariez, contrasta con la imagen de hombre de mundo que tenía de ti, y esto me pone un poco iracunda, lo admito. Paso de la seducción a la crueldad en un segundo y me río con maldad de ti, de lo básico que eres. Como no sabes de qué me río, ríes con más fuerza mientras me manoseas y sugieres que nos vallamos a otra parte. Victoriosa y despectiva asiento, y sólo te pido que en el camino compremos un buen Cabernet Sauvignon. Mientras subimos al auto empiezo a saborear lo que viene, el vino, tu piel, y esta búsqueda persistente.