Con mi intuición me basta
Como no puedo huir como Gauguin a tierras exóticas, ni cantar una oda a la vida retirada (de corazón) como Fray Luis de León, sigo mi rutinaria vida (laboral y todo), pero sintonizo plenamente con ellos.
Sucede que como Neruda, también me canso de ser hombre, o de ser mujer en mi caso, pero da igual creo que el no hablaba de géneros o de sexo, si no que estaba cansado de su condición humana. Y yo estoy un poco cansada, aunque no por completo, pero sí me esta bajando toda mi actitud más puramente evasiva y me están dando ganas de mandar todo a la cresta por un rato. Pero no se puede mandar nada a la cresta por un rato, no por un rato. O lo haces o no, pero no por un rato, los cortes son más definitivos y en cierta medida irreversibles. Me propuse “crecer” y no escapar durante seis meses, que tampoco es tanto, ya voy para cinco y estoy sorprendida de mi estabilidad, si es que puedo existir en un estado no inestable.
Vuelvo a algunas palabras de mi primera entrada por que tampoco quiero ser tan mal agradecida con la vida: tengo una familia que aunque neurótica y todo me quiere harto, amigos (pocos) pero inmejorables, trabajo (en un país que la cesantía alcanza el x%), y estudio y más encima gratis.
¿Qué más puedo pedir?
Esto me hace pensar que no es el entorno, que soy yo, que no sé por qué obstinada testarudez sigo haciéndome las mismas preguntas de siempre, preguntas sin respuestas, pero preguntas sin las cuales probablemente no podría vivir.
Creo que es mejor estar consciente de las mentiras que nos han, y que nos hemos, construido durante años para vivir como se debe, como debiera ser.
¿Y por qué?
Por que hay un orden establecido, un orden perpetuado durante siglos a fuerza de dinero, poder y reglas. Reglas para todo. Desde que no tienes conciencia ¿qué quieres ser cuando grande?, como si uno a los seis años, tuviera conciencia de ello, como si a alguna edad se pudiera tenerla. Recién ahora tengo cierta claridad de qué quiero hacer con mi existencia. Y me desespero por no poder avanzar más rápido.
Siempre me gustó eso de “sólo quiero aprender a respirar” de la canción del Pancho Puelma, incluso cuando era muy chica y no la entendía. No la entendía racionalmente, pero por una cosa intuitiva seguro que ya sabía lo que se me venía, lo mismo con esa canción de “Yo quería ser mayor, quería ser mayor …”
Sé que mi mente y mis emociones son evasivas, ridícula y estúpidamente evasiva, y egoísta, por sobre todo egoísta. Ayer iba en la micro pensando en el horror de que desde el próximo mes voy a tener que empezar a marcar tarjeta en el trabajo y me parecía que esto es una denigración pura. Pensamientos como este último son muy estúpidos y egoístas pero a veces los tengo, qué le voy a hacer. Sin embargo miraba a los obreros que iban sentados durmiendo en la micro, quizás desde que lejanísima distancia, extenuados, después de ser explotados para recibir un sueldo mínimo, y entonces pensaba que ellos sí tienen derecho a reclamar, ellos sí. Pero ellos ya están muy cansados para reclamar, se cansaron varias generaciones atrás, y con justa razón. Y yo mirándolos de pie en la micro, con cierta condescendencia que tiene algo de ternura, pero también una especie de clasismo camuflado que me carga, pero que heredé de mi educación elitista y del cual me cuesta desprenderme. Los miraba a ratos, y a ratos seguía leyendo Hijo de Ladrón, de Manuel Rojas, texto que me tiene absolutamente conmovida y que no sé por qué no me leí en mi “espléndido” colegio clasista, siendo que Rojas es premio nacional de literatura, su libro es mítico y de seguro es lectura obligatoria en enseñanza media.
Y este libro tiene mucho de lo que estoy diciendo acá, solo que tanto sus protagonistas, como los obreros de la micro, no tienen derecho a reclamar, a cansarse, a nada. Y yo egoístamente cansada de todo, de mi pique diario a Huechuraba, de mi fea oficina compartida con ocho personas, siendo que antes tenía una hermosa con ventanal para tres, pero claro tampoco por ese espacio hermoso no me puedo olvidar que en ese lugar me pagaban el sueldo tarde, aunque antes que a mis compañeros que se quedaban callados, y que los últimos meses a pesar de que me mentalizaba horas antes para enfrentar esa situación insostenible, al bajar de la micro en bellavista me venían unas ganas incontenibles de llorar. Como soy orgullosa (já hasta una gitana desconocida me lo dijo en viña) no quería que me vieran llorando, y me encerraba en el baño a llorar, después con los ojos enrojecidos ante las alarmadas preguntas de mis compañeros, que siempre se quedaban callados, respondía: “No es nada, es sólo alergia” o “Estoy un poco resfriada”. En esos momentos, ni reemplazar las imágenes desagradables por una intensa imagen del mar funcionaba, la evasión / abstracción mental no daba resultados.
¿Y por qué estoy escribiendo todo esto ahora? No sé bien el pro qué pero es una mezcla de sensaciones de emociones, y percepciones que erradas o no siguen habitándome. Ahora mi panorama no está tan mal como entonces, fuera de la distancia y el espacio feo, el trabajo y la gente misma son bastante “gratos y normales”, tal vez demasiado y eso me alarma. Me alarma la posibilidad de acostumbrarme, me alarma la posibilidad de olvidarme de mis sueños, pero aunque la estabilidad, la normalidad y la soltura económica son una tentación fácil y cómoda, no desisto y sigo luchando por lo que creo le dará a mi existencia un carácter más significativo. Quiero dedicarme 100 % a escribir y en algún momento lo lograré, aunque me cueste, sí como dice en mi perfil del blog, aunque a algunas personas (cercanas a todo esto) les resulte “engrupido”.
Soy así un poco engrupida, un poco egoísta y bastante evasiva, jugando al loto y al kino, como si eso resolviera algo, haciendo mis talleres, postulando a cuanta postulación interesante encuentro y evocando imágenes del mar, de todos los mares que conozco, de todos los mares que me han hecho feliz. De un atardecer cerca de concón en volada autista, con personal escuchando a Carlos Vives; de una mañana nublada recorriendo la playa grande de Papudo escuchando a Emir y fantaseando con el posible origen yugoeslavo de mi bisabuelo originario de Trieste en la frontera Italia / ex Yugoslavia; de una mañana en Sicilia, tratando absurdamente de ver en el horizonte la punta de África que los guía burlándose nos aseguraban se veía; de un día entero recorriendo los cerros de Valparaíso y tragando el mar a miradas, respirándolo.
Con razón sigo soñando tanto con el mar, como anoche, como todas las noches. A veces el mar viene en forma de tsunamis inminentes, pero no me atemorizan, me quedo tranquila mirando las olas gigantes que se acercan, y extrañamente sé que sobreviré.
No lo sé a ciencia cierta, a estas alturas nadie puede saber nada con certeza, pero lo intuyo y con mi intuición me basta.
Me quedo con mi intuición, a ustedes los dejo con Walking Arround de Neruda, que aunque es triste es hermoso. No es un llamado a desanimar, todo lo contrario:
¡A perseguir esos sueños! ¡a persistir por absurdo que sea! ¡A no cansarnos de ser hombres!
WALKING AROUND
SUCEDE que me canso de ser hombre.
Sucede que entro en las sastrerías y en los cines
marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro
navegando en un agua de origen y ceniza.
El olor de las peluquerías me hace llorar a gritos.
Sólo quiero un descanso de piedras o de lana,
sólo quiero no ver establecimientos ni jardines,
ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores.
Sucede que me canso de mis pies y mis uñas
y mi pelo y mi sombra.
Sucede que me canso de ser hombre.
Sin embargo sería delicioso
asustar a un notario con un lirio cortado
o dar muerte a una monja con un golpe de oreja.
Sería bello
ir por las calles con un cuchillo verde
y dando gritos hasta morir de frío.
No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas,
vacilante, extendido, tiritando de sueño,
hacia abajo, en las tripas mojadas de la tierra,
absorbiendo y pensando, comiendo cada día.
No quiero para mí tantas desgracias.
No quiero continuar de raíz y de tumba,
de subterráneo solo, de bodega con muertos
ateridos, muriéndome de pena.
Por eso el día lunes arde como el petróleo
cuando me ve llegar con mi cara de cárcel,
y aúlla en su transcurso como una rueda herida,
y da pasos de sangre caliente hacia la noche.
Y me empuja a ciertos rincones, a ciertas casas húmedas,
a hospitales donde los huesos salen por la ventana,
a ciertas zapaterías con olor a vinagre,
a calles espantosas como grietas.
Hay pájaros de color de azufre y horribles intestinos
colgando de las puertas de las casas que odio,
hay dentaduras olvidadas en una cafetera,
hay espejos
que debieran haber llorado de vergüenza y espanto,
hay paraguas en todas partes, y venenos, y ombligos.
Yo paseo con calma, con ojos, con zapatos,
con furia, con olvido,
paso, cruzo oficinas y tiendas de ortopedia,
y patios donde hay ropas colgadas de un alambre:
calzoncillos, toallas y camisas que lloran
lentas lágrimas sucias.
Pablo Neruda
Sucede que como Neruda, también me canso de ser hombre, o de ser mujer en mi caso, pero da igual creo que el no hablaba de géneros o de sexo, si no que estaba cansado de su condición humana. Y yo estoy un poco cansada, aunque no por completo, pero sí me esta bajando toda mi actitud más puramente evasiva y me están dando ganas de mandar todo a la cresta por un rato. Pero no se puede mandar nada a la cresta por un rato, no por un rato. O lo haces o no, pero no por un rato, los cortes son más definitivos y en cierta medida irreversibles. Me propuse “crecer” y no escapar durante seis meses, que tampoco es tanto, ya voy para cinco y estoy sorprendida de mi estabilidad, si es que puedo existir en un estado no inestable.
Vuelvo a algunas palabras de mi primera entrada por que tampoco quiero ser tan mal agradecida con la vida: tengo una familia que aunque neurótica y todo me quiere harto, amigos (pocos) pero inmejorables, trabajo (en un país que la cesantía alcanza el x%), y estudio y más encima gratis.
¿Qué más puedo pedir?
Esto me hace pensar que no es el entorno, que soy yo, que no sé por qué obstinada testarudez sigo haciéndome las mismas preguntas de siempre, preguntas sin respuestas, pero preguntas sin las cuales probablemente no podría vivir.
Creo que es mejor estar consciente de las mentiras que nos han, y que nos hemos, construido durante años para vivir como se debe, como debiera ser.
¿Y por qué?
Por que hay un orden establecido, un orden perpetuado durante siglos a fuerza de dinero, poder y reglas. Reglas para todo. Desde que no tienes conciencia ¿qué quieres ser cuando grande?, como si uno a los seis años, tuviera conciencia de ello, como si a alguna edad se pudiera tenerla. Recién ahora tengo cierta claridad de qué quiero hacer con mi existencia. Y me desespero por no poder avanzar más rápido.
Siempre me gustó eso de “sólo quiero aprender a respirar” de la canción del Pancho Puelma, incluso cuando era muy chica y no la entendía. No la entendía racionalmente, pero por una cosa intuitiva seguro que ya sabía lo que se me venía, lo mismo con esa canción de “Yo quería ser mayor, quería ser mayor …”
Sé que mi mente y mis emociones son evasivas, ridícula y estúpidamente evasiva, y egoísta, por sobre todo egoísta. Ayer iba en la micro pensando en el horror de que desde el próximo mes voy a tener que empezar a marcar tarjeta en el trabajo y me parecía que esto es una denigración pura. Pensamientos como este último son muy estúpidos y egoístas pero a veces los tengo, qué le voy a hacer. Sin embargo miraba a los obreros que iban sentados durmiendo en la micro, quizás desde que lejanísima distancia, extenuados, después de ser explotados para recibir un sueldo mínimo, y entonces pensaba que ellos sí tienen derecho a reclamar, ellos sí. Pero ellos ya están muy cansados para reclamar, se cansaron varias generaciones atrás, y con justa razón. Y yo mirándolos de pie en la micro, con cierta condescendencia que tiene algo de ternura, pero también una especie de clasismo camuflado que me carga, pero que heredé de mi educación elitista y del cual me cuesta desprenderme. Los miraba a ratos, y a ratos seguía leyendo Hijo de Ladrón, de Manuel Rojas, texto que me tiene absolutamente conmovida y que no sé por qué no me leí en mi “espléndido” colegio clasista, siendo que Rojas es premio nacional de literatura, su libro es mítico y de seguro es lectura obligatoria en enseñanza media.
Y este libro tiene mucho de lo que estoy diciendo acá, solo que tanto sus protagonistas, como los obreros de la micro, no tienen derecho a reclamar, a cansarse, a nada. Y yo egoístamente cansada de todo, de mi pique diario a Huechuraba, de mi fea oficina compartida con ocho personas, siendo que antes tenía una hermosa con ventanal para tres, pero claro tampoco por ese espacio hermoso no me puedo olvidar que en ese lugar me pagaban el sueldo tarde, aunque antes que a mis compañeros que se quedaban callados, y que los últimos meses a pesar de que me mentalizaba horas antes para enfrentar esa situación insostenible, al bajar de la micro en bellavista me venían unas ganas incontenibles de llorar. Como soy orgullosa (já hasta una gitana desconocida me lo dijo en viña) no quería que me vieran llorando, y me encerraba en el baño a llorar, después con los ojos enrojecidos ante las alarmadas preguntas de mis compañeros, que siempre se quedaban callados, respondía: “No es nada, es sólo alergia” o “Estoy un poco resfriada”. En esos momentos, ni reemplazar las imágenes desagradables por una intensa imagen del mar funcionaba, la evasión / abstracción mental no daba resultados.
¿Y por qué estoy escribiendo todo esto ahora? No sé bien el pro qué pero es una mezcla de sensaciones de emociones, y percepciones que erradas o no siguen habitándome. Ahora mi panorama no está tan mal como entonces, fuera de la distancia y el espacio feo, el trabajo y la gente misma son bastante “gratos y normales”, tal vez demasiado y eso me alarma. Me alarma la posibilidad de acostumbrarme, me alarma la posibilidad de olvidarme de mis sueños, pero aunque la estabilidad, la normalidad y la soltura económica son una tentación fácil y cómoda, no desisto y sigo luchando por lo que creo le dará a mi existencia un carácter más significativo. Quiero dedicarme 100 % a escribir y en algún momento lo lograré, aunque me cueste, sí como dice en mi perfil del blog, aunque a algunas personas (cercanas a todo esto) les resulte “engrupido”.
Soy así un poco engrupida, un poco egoísta y bastante evasiva, jugando al loto y al kino, como si eso resolviera algo, haciendo mis talleres, postulando a cuanta postulación interesante encuentro y evocando imágenes del mar, de todos los mares que conozco, de todos los mares que me han hecho feliz. De un atardecer cerca de concón en volada autista, con personal escuchando a Carlos Vives; de una mañana nublada recorriendo la playa grande de Papudo escuchando a Emir y fantaseando con el posible origen yugoeslavo de mi bisabuelo originario de Trieste en la frontera Italia / ex Yugoslavia; de una mañana en Sicilia, tratando absurdamente de ver en el horizonte la punta de África que los guía burlándose nos aseguraban se veía; de un día entero recorriendo los cerros de Valparaíso y tragando el mar a miradas, respirándolo.
Con razón sigo soñando tanto con el mar, como anoche, como todas las noches. A veces el mar viene en forma de tsunamis inminentes, pero no me atemorizan, me quedo tranquila mirando las olas gigantes que se acercan, y extrañamente sé que sobreviré.
No lo sé a ciencia cierta, a estas alturas nadie puede saber nada con certeza, pero lo intuyo y con mi intuición me basta.
Me quedo con mi intuición, a ustedes los dejo con Walking Arround de Neruda, que aunque es triste es hermoso. No es un llamado a desanimar, todo lo contrario:
¡A perseguir esos sueños! ¡a persistir por absurdo que sea! ¡A no cansarnos de ser hombres!
WALKING AROUND
SUCEDE que me canso de ser hombre.
Sucede que entro en las sastrerías y en los cines
marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro
navegando en un agua de origen y ceniza.
El olor de las peluquerías me hace llorar a gritos.
Sólo quiero un descanso de piedras o de lana,
sólo quiero no ver establecimientos ni jardines,
ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores.
Sucede que me canso de mis pies y mis uñas
y mi pelo y mi sombra.
Sucede que me canso de ser hombre.
Sin embargo sería delicioso
asustar a un notario con un lirio cortado
o dar muerte a una monja con un golpe de oreja.
Sería bello
ir por las calles con un cuchillo verde
y dando gritos hasta morir de frío.
No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas,
vacilante, extendido, tiritando de sueño,
hacia abajo, en las tripas mojadas de la tierra,
absorbiendo y pensando, comiendo cada día.
No quiero para mí tantas desgracias.
No quiero continuar de raíz y de tumba,
de subterráneo solo, de bodega con muertos
ateridos, muriéndome de pena.
Por eso el día lunes arde como el petróleo
cuando me ve llegar con mi cara de cárcel,
y aúlla en su transcurso como una rueda herida,
y da pasos de sangre caliente hacia la noche.
Y me empuja a ciertos rincones, a ciertas casas húmedas,
a hospitales donde los huesos salen por la ventana,
a ciertas zapaterías con olor a vinagre,
a calles espantosas como grietas.
Hay pájaros de color de azufre y horribles intestinos
colgando de las puertas de las casas que odio,
hay dentaduras olvidadas en una cafetera,
hay espejos
que debieran haber llorado de vergüenza y espanto,
hay paraguas en todas partes, y venenos, y ombligos.
Yo paseo con calma, con ojos, con zapatos,
con furia, con olvido,
paso, cruzo oficinas y tiendas de ortopedia,
y patios donde hay ropas colgadas de un alambre:
calzoncillos, toallas y camisas que lloran
lentas lágrimas sucias.
Pablo Neruda
3 Comments:
me gusto lo que lei.
yo tambien sueño siempre con el mar.
es un tema recurrente en mi. sueño que me lleva una ola
y me pierdo bien adentro, en la oscuridad.
y no me gusta .
pero si me gusta tu blog y como escribes, asi que todo bien.
saludos.
9:54 p. m.
roxy
gracias por tus palabras, creo que concibo mi blog como un portal...
sobre tus palabras, tantas, me quedo con esta frase "me alarma la posibilidad de olvidarme de mis sueños" creo que estar conciente de ellos, es la fuerza para que estos se hagan realidad
fuerza en tu intuición
saludos, boris
5:15 p. m.
mi querida roxana:que sabio es sentir lo que sientes,ya que para ser hay que no ser,de no existir los contrarios es la nada vacia, ya heraclito lo sostenia "nada es todo cambia...la discordia es la base de la armonía del logos".Debieras jugartela o eres antisistemica o complice llegar a ese planteamiento existencial es un gran logro.te felicito y cuando surge en ti el pesimismo quiere decir que la roxi optimista ya aparece.
7:33 p. m.
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