¿Cómo ven a Santiago?

¡Atención gentes! desde esta mañana ya están disponibles en el sitio de santiago en 1oo palabras, los 11 cuentos finalistas, así que pasen por allá, lean y voten. Yo todavía no los he leído mucho y no estoy decidida por cual votar, pero pronto lo haré. Lo que vi hoy (pero muy a la rápida por que ando corriendo) me gustó, en especial uno que tenía que ver con el sonido.

Les dejo acá los 3 microcuentos que presenté yo, que aunque no quedaron entre los 11 elegidos, igual están bonitos.

Y ustedes ¿cómo ven a Santiago?

Qué importa
Atrasada. Taxi. Lluvia. Taco insufrible por Provi antes de llegar a Manuel Montt. ¿Sonaba un tango? Como dos extraños. Abajo. Caminar para botar la ansiedad. El sushi bar casi vacío. Seguir. Pasos más allá, una galería repleta de libros usados y antigüedades. ¿Qué se ama cuando se ama? de Gonzalo Rojas, desde un estante, resplandeciendo sobre la niebla. Dar la vuelta, encontrar repentinamente tu sonrisa y sentir que la energía seguía siendo la misma. ¿Ilusión o realidad? Qué importa. Te abracé y no te desvaneciste.

Autorretrato en tercera persona.
Ella viaja a diario hacia el extremo norte de la ciudad. En el andén y en los carros trata de leer, aunque muchas veces termina escuchando música. Todavía hay gente amable que sonríe mientras ella canturrea desafinada y se mueve de una manera un poco vengorzosa. A veces va en silencio y experimenta su deber kantiano de escribir. Persigue abstracciones que la atormentan y que la hacen feliz. Emociones, palabras vivencias, golpean su cabeza. Una libretita diminuta para no olvidarse. ¿Olvidarse de qué? Baja del bus de acercamiento, abre la oficina y prende las máquinas.

El juego
Nos besamos enloquecidos. Lúdico, tramposo y descarado, entre risas, me suplicas que no juegue contigo. Carcajeo y digo “Juguetito cállate” y vuelvo a morderte. Alrededor los demás comensales de este bar oscuro, no nos prestan la menor atención. Que se escandalizan y que hacemos una escena grotesca es sólo una idea mía. Todo da vueltas. En vano me persigues por cada rincón del barrio lastarria. Sigo riendo, el aire refresca mi cabeza y me alejo cantando.