Una disgresión, de alguien que pretende dedicarse a escribir. Una especie de collage irregular, con ideas, uno que otro chiste, algún titular de diario, canciones, inquietudes, cualquier cosa que me diga algo, y que le diga algo a los demás.

febrero 08, 2007

Violeta Intensa y mi psicoanálisis

Llevo algunos días dándole vueltas a esta entrada.

Cuando leí en analízame que Gonzalo convocaba a una blogatón por Violeta Parra, pensé que de todas maneras debía sumarme, por que esta mujer, su fabulada pero real historia, y sus creaciones me han emocionado desde la infancia.

El problema está en que las emociones que me genera Violeta son múltiples y contradictorias, y por lo mismo me cuesta compartirlas con la claridad que quisiera, por que primero tendría que procesar y entender muchas, muchas, demasiadas cosas. Algunas muy concretas y otras muy abstractas, pero todas muy difíciles de abarcar: mi infancia, el carácter obsesivo de mi padre y su incatalogable relación con mi madre, los sueños, la armonía y su ausencia, la creatividad, la melancolía, la templanza, la convicción, la fe, la frustración … y así podría seguir toda la tarde sólo nombrando momentos de la vida.

Ayer caminaba por Providencia y seguía pensando en esto de qué escribir sobre Violeta. No sé por qué lo único que tenía claro es que quería que el punto de partida fuera La Jardinera, y la iba tarareando muy bajito reiteradas veces centrada en “para mi tristeza violeta azul, clavelina roja pa mi pasión”, casi como un mantra, y la sensación era muy reconfortante mientras cantaba, pero cuando me ponía a pensar en por qué esa canción y cómo partir, mis ideas volvían a enredarse por completo, a amalgamarse en un nudo ciego. Pensé en desistir, en parte por flojera y en parte por que no quería escribir una clásica entrada tipo Roxilaautoreferente cuando en realidad la idea era escribir de Violeta.

Pero al bajar al metro un músico interpretaba justamente esta canción en flauta traversa. Su sonido me resultó muy dulce, y su mensaje categórico. Por eso estoy ahora, tratando de procesar que significa para mí Violeta Parra, ya sin la ingenua resistencia a hablar desde un punto de vista personal, por que finalmente esa es la gracia, descubrir qué es para cada uno de nosotros, total la biografía, la clasificación y análisis de sus trabajos ya los han escrito otros y bastante bien.

Antes que nada, y en mis primeros años la Violeta fue junto con Víctor Jara e Inti Illimani, música que yo escondía, no por que no me gustara, si no simplemente por que estaba aburrida de escucharlos día y noche, noche y día, y no exagero si digo que incluso mientras dormía y todo el tiempo en volumen elevado. Padre: No es que te esté pasando la cuenta, sólo que no me gustaba verte triste, y esa música era en ese momento sinónimo de tristeza infinita.

En ese momento yo no comprendía muchas cosas, y fue lento el proceso de reconciliarme con muchas otras (creo que esta sensación es un poco la historia de Chile). Sin embargo en esos casettes que yo escondía y decía odiar, habían dos canciones que hubiera querido atesorar sólo para mí: El Rin del angelito, y La Jardinera.

Con la primera experimentaba pena, y con la segunda alegría.

Todavía se me eriza la piel cuando escucho el Rin del angelito, y recuerdo perfecto cuando mi madre me explicó que se trataba de un niño muerto, y me contó como en el sur cuando morían niñitos chicos, les ponían alitas de ángel para que se fueran directo al cielo. La imagen me pareció hermosa mientras existía sólo en mi mente con mis referentes y colores, pero cuando vi (no sé cómo ni dónde) una foto de un angelito real, percibí la muerte como algo doloroso, pesado, e injusto, algo oscuro de lo que no quise hablar nunca más, y tema que en general evito hasta hoy. Esa idea de terminarse, de no ser más, me resultaba y me resulta todavía, aterradora.

Otro tema del que no quise hablar nunca más fue de una pérdida que tuvo mi madre. Del angelito de la familia que no alcancé a conocer.

Parece que soy bastante dada a evadir temas, y este en particular lo había borrado de mi mente hasta que re apareció hace unas semanas (siglos después si consideramos que esto debe haber sido cuando yo tenía 7 u 8) en un sueño extrañísimo en que mis padres le rendían culto a este ser en una habitación subterránea muy barroca.

Es raro hablar de momentos y emociones tan personales, y esto es justamente lo que hacía todo el tiempo Violeta Parra, pero con arte y síntesis. Extraía de sus vivencias personales la esencia y la compartía con todos, permitiéndonos sentirnos tan cercanos a pesar de las diferencias y tan universalmente humanos, comunes, pero por lo mismo especiales. Por eso “Gracias a la vida” me puede emocionar tanto a mí, como a un Francés que vive una vida diametralmente opuesta. Por lo mismo puede ser un himno de los derechos humanos (como tan bien nos cuenta Boris en su blog) o una canción protesta cantada con rabia por Charly García. Por que interpreta algo que todos hemos vivido, cada uno a su manera.

Partí con el Rin del angelito, por que es el primer lado (y quizás el predominante) que conocí de Violeta Parra, una Violeta triste, dolorosa, melancólica, depresiva, suicida.

Pero Violeta es eso, y también mucho más. Es compleja, es dual, es espiritual y terrena a la vez, incluso una maga llamada a enlazar ambos mundos. Y así como habla de penas intensas (sin duda la palabra intensidad es la que mejor la define), habla también del proceso de superarlas, de valorar todo lo bello de la vida, y de la posibilidad de re hacerse.

Siempre desde su introspección y lucidez envidiables.

Por eso me gusta tanto La Jardinera (tanto como cuando niña), por que es un llamado a reconciliarse con la vida, a armonizar, a amar, a equilibrar las emociones, por difícil que sea, y todo a través del contacto con la naturaleza. Acá reitero la idea de una Violeta Maga / Chamánica, que extrae su fortaleza de la tierra y de la sabiduría popular.

Esta imagen me cautiva no sólo por su valor en sí, también por el contraste con la realidad y entorno que vivo, tan tecnológico todo, con tanto computador, tanto ansiolítico, tanto televisor, tanta multitud y tanto transporte público.

Quizás por lo mismo cantar la Jardinera se ha convertido en un mantra, en diferentes momentos de la vida.

Especialmente antes, cuando sintiéndome (a veces justificadamente y otras de puro loca) no querida, me castigaba y reproducía ese comportamiento obligándome empecinadamente a entrar en relación con alguien que nunca podría quererme … fueron momentos tristes y pensé que la pena y el cansancio no se me iba a terminar nunca, pero cuando me di cuenta y logré re hacerme (después de mucho trabajo) fue magnífico.

Y para hacerlo no tuve un pedazo de tierra para cultivar (probablemente hubiera acelerado mucho el proceso), pero sí me desconecté de todo, me escapé a buscar el mar todas las veces que fue necesario, canté La Jardinera a conciencia, aprendí a estar sola y disfrutarlo ... en fin, viví esa introspección tan profunda y esencial, de la que me hablaba Violeta desde que era niña.

Fue tan reconfortante, y ahora no importa lo que pase, siempre "tranquilo queda mi corazón".

Gracias Violeta.

2 Comments:

Blogger boris said...

roxi, te uniste a la blogaton, buenisimo, me enacanto que hablaras de violeta como una chamana, como una machi porque para componer letras tan fuertes, si que lo era, te seguire y tomare alguna como un mantra
un abrazote!!
pd: gracias por los creditos
pd2: la jardinerita no eres tu en tu jardincito nuevo?

12:01 a. m.

 
Blogger Branch said...

Me emocionaste, y mucho!

No crecí escuchando a Violeta ni a Victor, a Illimani les conocí recién indagando sobre otra música. Al sur lo tengo en la mira desde hace pocos años, pero ante todo queda subyacente toda aquella esencia humana y latinoamericana que nos une, y esto lo has reflejado en tu artículo. Te admiro por ello.

Un gran abrazo :)

4:41 p. m.

 

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