Recargándome con citas 1

Esta semana he actualizado muy poco. En parte por que no he tenido tiempo y en parte por que ando un poco desconectada de mí misma. Y con esa desconexión es difícil encontar una voz, algo honesto que compartir. He andado un poco, no en realidad tan sola, tan buscando algo, pero me busco justamente donde no estoy, o algo así. Palabras vacías, dando vueltas en círculo, quizás mucho trabajo sin pausa, me tiene un poco carente de creatividad cuando justamente mi trabajo consiste en ser creativa todo el tiempo. Que feo decir esto, me parece una contradicción, que mi energía y mi creatividad (por estos días medias desaparecidas ambas) estén al servicio de algo en lo que no creo mucho. No sé el trabajo no me importa tanto, pero me afecta esta energía rara con la que ando.

Nada, no me voy a abatir (já! como un plano en el espacio) tan fácilmente, me voy a recargar haciendo matemáticamente ¿? ejercicios que me ayuden a estar ROXI al 100%. No sé, incentivar la creatividad, la intuición. Lo que hago en estos casos es salir a caminar, escuchar una música bonita, escuchar un disco de Cortázar (por eso la foto ... más lindo que es él), maravillarme nuevamente con las historias de Cronopios y Famas, escuchar el capítulo 7 de Rayuela musicalizado con tango (algún día subiré ese video), leer también a otros autores, cosas de diferentes autores que me escribí por ahí, en desorden (casi nunca sé de donde las saqué). Hasta que algo me diga alguna cosa relevante.

Empiezo entonces acá a citar, y empezaré por el señor de la foto. Ya se habrán dado cuenta que soy un poco pegada con él. En El Exámen, novela que permaneció inédita durante más de 30 años por voluntad del propio autor, un grupo de amigos deambula por una Buenos Aires (aparte, ahora sí ya está ultra confirmado mi viaje!) dominada por la lluvia y una extraña niebla, conversando sobre literatura, ate, sueños personales, política, sentido de la historia, etc.

En medio de estas conversaciones está este fragmento dicho por Juan:

"Tan absurdo hablar por que sí, oirse hablar y saber que nunca se tiene demasiada razón. Esa es otra, quizás la peor de nuestras cobardías. Los que valemos algo aquí no estamos ya seguros de nada. Hay que ser un animal para tener convicciones."