Una disgresión, de alguien que pretende dedicarse a escribir. Una especie de collage irregular, con ideas, uno que otro chiste, algún titular de diario, canciones, inquietudes, cualquier cosa que me diga algo, y que le diga algo a los demás.

abril 11, 2006

Inconciente

Acá tres imágenes, que bien podrían provenir del inconciente. (A propósito de Jodorowsky y las representaciones del inconciente que comentaba ayer).
Estas provienen de otros ámbitos, no del cine. Como toda imagen, pueden ser muy personales o bien universales, lo importante es que aunque no siempre sean coherentes ni unívocas, capaz que algo nos dicen.

Un niño alado está de pie sobre una nube suspendida en el cielo, encima de un paisaje montañoso donde se divisa un castillo. El niño parece estar corriendo, y está desnudo a excepción de una larga banda que le cubre los hombros y se introduce entre sus muslos. Sostiene en sus manos un rostro que emana llamaradas de luz.
(Arcano XIX, El Sol, Tarot Visconti)

Todo el cuerpo me tiembla y tengo el vello erizado. Mi arco se me está resbalando de la mano y la piel me arde. Ahora me siento incapaz de permanecer aquí por más tiempo. La razón se me está ofuscando y la mente me da vueltas. Sólo veo cosas que serán causa de infortunio.
(Textos 29-30, Bhagavad – Gita)

Dos mujeres y un hombre, están afuera de un circo, esperando para entrar al espectáculo. Cuando entran, la carpa del circo se desvanece, y se transforma en la habitación de una de las mujeres, o no en realidad en la habitación de los padres de una de ellas. La otra mujer habla por teléfono, y siente los dientes sueltos. Se le caen algunos, los recoge y los guarda en la mano, empuñándolos.
El hombre está acostado en la cama (durmiendo al parecer), con los ojos fijos en el techo, la mujer no sabe si los ojos de él, están cerrados o abiertos, sólo advierte que tiene una expresión de niño fascinante. La segunda mujer los observa desde la puerta. La función a ratos le causa risa, y repentinamente un llanto desconsolado.
La cama ya no es más una cama, es un auto, y van los tres sentados atrás, tomados de la mano. Nadie conduce el auto, sin embargo avanza. La mujer de los dientes sueltos, siente la boca extraña, amarga y pierde algunos más, que guarda junto a los otros. Los observa sobre su mano, no hay sangre, son ovalados, blanquísimos, tan parejos y brillantes que parecen réplicas hechas a partir de jabón.
(Sueño que tuve hace al menos tres años)