¿Desentenderse?

Con el cel grabé algunas de las declaraciones de los partidarios de Pinochet, que me parecieron francamente para la risa. Evidente que es humano y hasta normal que sus familiares tengan pena, pero más allá de ese círculo que haya gente que lo llore, honestamente no lo entiendo.
Y con ese fanatismo con que lloran, las caras que ponen!!! Sin la expresión de sus rostros, las palabras que grabé pierden todo su sentido, así que no las transcribiré como era mi idea inicial. Además es como darle espacio a esa irracionalidad, y para qué ... con los noteros de prensa ya tienen bastante.
Hoy quería desde temprano escribir una entrada sobre los mitos de la creación de diferentes pueblos indígenas, pero esta idea se vio interrumpida por que se me perdió el material que disponía para ello (aunque en cualquier momento puede reaparecer por ahí), y por la muerte del ex dictador. Es un acontecimiento nacional que desencadenó manifestaciones de pena y alegría, manifestaciones encontradas y en el fondo esa sensación de que incluso muerto nos sigue dividiendo. Creo que su muerte implica algo de tranquilidad para Chile, pero también significa una gran verguenza para nuestra justicia, por que se fue sin enfrentar ninguno de los procesos en su contra. Espero que con su muerte no sean sobreseídos varios casos de violación a derechos humanos, aunque sospecho que existe esa posibilidad. Ojalá esté equivocada.

Es extraño de todas maneras celebrar una muerte, sea cual sea (qué se yo tengo esa actitud culposa de la religión católica inculcada en mi primera infancia), pero entiendo perfectamente que haya gente que la celebre. Cualquier idea que yo me pueda hacer acerca del dolor que se vivió producto de sus crímenes, es medianamente abstracta, intuitiva y de sentido común, pero no puedo imaginar ni por un segundo cómo lo deben haber vivido (y lo viven aún) los familiares de los detenidos desaparecidos, los torturados, los exiliados y en general todas las personas que vieron su existencia bruscamente fragmentada, y las familias divididas.

Todo esto, así de fuerte, no lo viví e forma directa, pero no por eso puedo desentenderme, y no comprendo que haya gente que lo haga. Crecí viendo a mi padre llorar mientras escuchaba a Víctor Jara y a Ángel Parra entre otros. Era tanto que llegué a aborrecerlos y a esconder sus cassettes, a Víctor lo he redescubierto, el Ángel todavía me genera cierto rechazo. A los Inti los adoro, pero hay ciertos temas instrumentales suyos que me hacen llorar, recordando esos momentos de aflicción de mi padre. Vivíamos todos con temor, yo no entendía mucho, pero no podíamos jugar en la calle hasta tarde, siempre nos entraban temprano, y entonces empezaban a pasar los helicópteros, se cortaba la luz, nosotros tocabamos las ollas y mi papá el balón de gas. Me gustaba el dibujito del Fortín Mapocho, el de la vaquita (Y vaca er). No me gustaba que mis compañeros de curso me dijieran comunista, ni upelienta, por que no lo entendía. No me gustaba que la tía vecina que me llevaba al colegio me dijiera: "Dile a tu papi que la corte con el venceremos". Encontraba entretenido que hubiera un señor misterioso oculto en mi casa, y no entendía el miedo de mi mamá al respecto, ni que no me dejaran hacer preguntas, odiaba todos los "no sea impertinente". Me gustaba acompañar a mi papá a las ollas comunes en el policlínico, y en una parroquia que no recuerdo el nombre. Más grande, entendiendo un poco más (como puede entender una niña de 9) hice campaña en bici por el barrio por el NO y participé en una de las fiestas de celebración más lindas que ha tenido mi país. Era un carnaval, recuerdo ir sentada en la ventana del fiat 125 de mi papá respirando esa alegría colectiva, con bandera en mano. Alegría que con el tiempo decantó en mucho desencanto y aburrimiento.

En general me desentiendo bastante de la política, y del acontecer nacional, percibiendo todo por el prisma individualista, un poco ególatra y autoreferente que me identifica. Pero hoy me fue imposible mantenerme al margen de este acontecimiento. Ojalá que no nos olvidemos de todo lo vivido y que no repitamos los capítulos tristes de nuestra historia. Igual o incluso más importante, que no olvidemos que HOY existen muchos chilenos que viven en situaciones denigrantes, en extrema pobreza o con nulas oportunidades, que ven violentados día a día sus derechos más básicos. Para que nos acordemos de ellos en forma permanente e intentemos hacer algo (y no solo cada tanto, para las elecciones)